DUODÉCIMO PASO
Habiendo obtenido un despertar
espiritual como resultado de estos pasos, tratamos de llevar este mensaje a
usuarios de la nicotina, y practicamos estos principios en todos nuestros
asuntos.
El tema del Duodécimo Paso es nuestra
recién encontrada forma de vida, la libertad, alegría y serenidad que hemos
descubierto a través del despertar de nuestro espíritu. El poder del Duodécimo Paso es que éste proporciona una guía para vivir el resto de nuestras vidas.
Existen tres componentes en este paso. El primero es el “despertar espiritual”.
Esto se refiere, claro, a donde hemos estados en el pasado y qué nos ha pasado.
La segunda y la tercer parte, “llevar este mensaje” y “practicamos estos
principios”, son las guías para vivir y para nuestro futuro.
Si examinamos el curso de los pasos
anteriores, está claro que estamos viendo un proceso de despertar espiritual.
Ha habido un lento crecimiento y cambio. Reconocer la ingobernabilidad, que
nuestra adicción a la nicotina extiende sobre nuestras vidas, y aprender a
admitir nuestra impotencia no sucedió sin esfuerzo. Se requirió trabajo.
Comenzando a creer en la idea de un
Poder Superior y comenzando a “Desistir y Encomendarse a Dios” no fue fácil
para muchos de nosotros. Luchamos, nos resistimos y peleamos. Pero
gradualmente, nos las arreglamos para quitar otra capa de la cebolla, y pasamos
por los Segundo y Tercer Paso. Continuamos evolucionando, creciendo y tomando
conciencia.
El proceso continuo. Gradualmente,
paso por paso, luchamos por salir de nuestro profundo sopor. A través de lo que
seguramente era la mayor lucha de nuestras vidas, despertamos a un sentido
alterado de nosotros mismos y nuestras vidas.
Para muchos, el cambió incluyó una
conciencia de la importancia de que estemos en este planeta, de que estemos
vivos, y que haya gozo y felicidad disponibles, hoy, aquí y ahora.
Despertamos desde ese tiempo del lento
suicidio por el uso de la nicotina, cuando nuestros espíritus fueron ahogados
en un vasto océano de odio a sí mismo, aplastados por olas interminables de
ansias, temor y fracaso. Nos las ingeniamos para encontrar una manera de
levantarnos por encima de las olas y montarlas y divertirnos, en lugar de dejar
que nos aplasten y nos arrojen a la arena. Encontramos una tabla de surfear.
Encontramos un Poder Superior. Encontramos fuerza para salvarnos de nosotros
mismos. Nos las ingeniamos para aprovechar gradualmente el recurso interior de
nuestro propios sistema de creencias, nuestra propia imaginación y nuestra
propia fe, un Dios según lo concebimos. Ese Dios era alguien, algo, cualquiera,
cualquier cosa mayor a lo que nosotros éramos.
Comenzamos a entender que la
enfermedad que sentimos cuando éramos adictos a la nicotina, la auto-conciencia
destructiva, las insuficiencias, la depresión, el falso alarde, la agresividad
irracional, y el odio a sí mismo, todo se originó en un sentido esencial de
soledad y temor. Pensábamos que podíamos hacerlo nosotros solos. Estábamos
solos e intentamos aliviar el dolor a través de la nicotina.
Eventualmente, pudimos reconocer la
locura causada por nuestro aislamiento auto-impuesto. Y luego nos permitimos
encontrar una compañía que llamamos un Poder Superior.
Aprendimos a trabajar en estar en
contacto con nuestra alma, con nuestro Poder Superior. Encontramos una
capacidad para permanecer serenos a pesar de las altas y bajas. Descubrimos que
podíamos montar las olas.
Con ese descubrimiento, la vida se
convirtió y permanece como una serie de pequeños milagros e incrementos de
maravillas. Nos volvimos menos propensos a revolcarnos en la autocompasión o a
meditar una tarde de nuestra vida si reconocíamos, aceptábamos y dábamos la
bienvenida a nuestra propia existencia espiritual. Al hallar la paz para
recorrer el viaje en nuestro planeta, cada momento tiene su propia recompensa.
Cada momento se vuelve sagrado y nos enriquece porque aprendimos a vivir hoy,
aquí y ahora. Cada gota de lluvia que cae, cada aliento que respiramos, cada
montaña que subimos, cada dedo que nos golpeamos y cada viento que brama son
igualmente importantes porque los vivimos. Ellos existen, y cuando nosotros
existimos como parte de ellos, no estamos solos. Cuando no estamos solos,
necesitamos no matarnos nosotros mismos con la nicotina.
A esto nos referimos cuando hablamos
acerca del despertar espiritual. Esto es lo que sucede durante el proceso de
los pasos.
Sin embargo, seguimos siendo adictos.
Y cuando comenzamos a experimentar la alegría de ser libres del uso de la
nicotina, corremos el riesgo de pensar una vez más que podemos controlar las
cosas. Ese es el riesgo de ser un adicto. Conforme el sufrimiento de nuestro
pasado con la nicotina disminuye, las tentaciones que nos meten en problemas
regresan. Esto nos lleva a las partes últimas del Doceavo Paso, el plan de
acción para continuar viviendo libres de la nicotina.
Hemos aprendido la mejor manera de
evitar que nuestra locura vuelva a asumir el control de nuestras vidas
compartiendo nuestro regalo de vida con aquéllos que aún están sufriendo. Lo
llamamos “llevar este mensaje”. Lo hacemos de dos maneras; obsequiamos el
regalo que recibimos al compartir, y permitimos que nuestras vidas sean
ejemplos para los demás.
La manera en que llevamos el mensaje a
aquéllos que están usando todavía la nicotina, es compartir nuestra
experiencia, fuerza y esperanza con ellos. Es simple y seguro. Sabemos del
milagro en nuestras propias vidas, y podemos compartirlo con las personas que
aun sufren. Sin embargo, al compartir, debemos tener cuidado de recordar que lo
que compartimos es nuestra experiencia, y no la de alguien más.
Compartimos nuestra fuerza a través de
la honestidad y humildad. Además, compartimos la felicidad que hemos hallado a
través del aprovechamiento de una nueva fuente de energía positiva y la
felicidad que encontramos al rendirnos ante algo más grande que nosotros
mismos, ante un Poder Superior.
A medida que compartimos el regalo de
nuestros propios milagros, cada acto realizado en gratitud, no importa qué tan
pequeño pueda parecer separadamente, tiene sus propias lecciones y recompensas
para nosotros. Regalamos lo que hemos recibido y por eso recibimos aún más.
Nosotros, quienes hemos estado en las profundidades de la desesperación y
agonía, aprendimos cuando ayudamos a levantar a otros de ese terrible lugar.
Nuestro propia felicidad aumenta cuando vemos a otros que están siendo ayudados
por lo que hemos aprendido por nuestra cuenta. Hay felicidad para nosotros al
ayudar a un recién llegado a través de sólo un deseo irresistible por nicotina,
ya que, como sabemos todos muy bien, cada uno de los deseos irresistibles puede
ser mortal.
Lo que realmente hacemos para ayudar
al usuario de nicotina a través de un deseo irresistible puede ser muy simple y
puede no comprender más que hablar por un par de minutos, o dar un abrazo o un
apretón de manos. Nuestra felicidad en ayudar no disminuye con la simplicidad
de la empresa porque entendemos su importancia.
Al ayudar a otros, aprendimos la
compasión, la paciencia y la tolerancia. Estos maravillosos regalos nos ayudan
a aceptarnos y a refirmar nuestro propio valor y crecimiento. Nuestro propio
mensaje honesto y simple de nuestra recuperación de la adicción a la nicotina
es increíblemente poderoso. Al asistir a las juntas y al hacernos visibles y
disponibles, proporcionamos el mayor servicio posible. Entre más participemos y
más estemos activos, mejor podremos y llevaremos el mensaje. No estamos
buscando conversos.
Mostramos la manera por medio del
ejemplo. Esta es la tercer parte del Doceavo Paso. Practicamos los principios
de la recuperación, los principios que hemos aprendido a través del proceso de
los Doce Pasos, y los practicamos en todos nuestros asuntos. Estos principios
incluyen aceptación, rendición, humildad, tolerancia, paciencia, voluntad,
franqueza, amor, esperanza, fe, confianza y alegría. Estos son los principios
que nos rescataron de la soledad y el temor. Estos se convirtieron en los
principios actuales de disfrutar la libertad, la alegría y la serenidad en
nuestras vidas diarias.
Además, cuando practicamos estos
principios en todos nuestros asuntos, hacemos un magnífico trabajo
transmitiendo el mensaje. Los que nos conocían antes no pueden ayudar pero
notan los cambios en nosotros conforme avanzamos en la recuperación. Llevamos
el mensaje al estar en nuestra recuperación todo el tiempo.
Lo que empezó como un enfoque
desesperado a renunciar al uso de la nicotina ahora florece y crece en una libertad
por vivir. Con asombro y humildad, aprendemos a disfrutar los más preciosos
regalos de todos, la aceptación de nuestra propia humanidad y la conciencia de
que no estamos solos.
Como la vida misma, los Pasos son un
proceso y un ciclo. Vivimos los Pasos practicando sus principios positivos en
todos nuestros asuntos. El Doceavo Paso no es el final. Es el resto de la vida.
Es libertad, alegría y serenidad.
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