Había pasado
tantos años preocupándome e inquietándome, tratando de encontrarle el sentido y
la razón de ser a las cosas, dada a intrigas y manipulaciones, surcando las crestas
de los altibajos de las oleadas emocionales, que cuando a mi mente vino la
calma y el sosiego, mi carne entró en trauma. El Señor se sirvió de esas
experiencias para enseñarme una importante lección. Me demostró que muchos de
nosotros tenemos adicciones emocionales. Al igual que muchos, me encontraba tan
adicta a la preocupación que si no hubiera tenido de que preocuparme ¡Me habría
preocupado porque no tenía nada de que preocuparme! Hay quienes están tan
adictos a sentirse culpables, que si no han hecho nada de lo que tengan que
sentirse culpables ¡Se sentirán culpables de no sentirse culpables!
De igual
manera es posible volverse adicto al entusiasmo o a sentirse emocionado. Tal
como el drogadicto que corre por todos lados buscando de donde sacar su próxima
dosis para sentirse “iluminado” por las sustancias químicas, los que son
adictos al entusiasmo corren por doquier en busca de un “pico” emocional. Hay
personas que no saben como vivir una vida diaria normal y corriente. Otros
están enfocados de una manera TAN COMPULSIVA a lograr metas trazadas que
siempre andan en búsqueda de un nuevo reto o desafío. Tan pronto logran su
objetivo se sienten aburridos hasta que encuentran otra meta que alcanzar. Un
joven con esta última característica que trabaja para nosotros me comento un
día:
— “Creo que
al fin comienzo a comprender algo que me ha costado muchísimo entender”.
— “¿Y que
es?” —pregunté.
— “Me parece
que de una vez por todas comprendo que una gran parte de la rutina de una vida
normal consiste en: LEVANTARSE Y ACOSTARSE, LEVANTARSE Y ACOSTARSE”.
Si nosotros
los que nos enfocamos solo en alcanzar metas pudiéramos comprender esta verdad
¡Nos ahorraríamos a nosotros mismos y a todos los que nos rodean de muchos
dolores de cabeza! Es posible que no todos seamos llamados a llevar a cabo una
tremenda obra que estremezca el mundo entero. La asistencia divina viene para que
hagamos grandes obras, pero también para brindarnos ayuda sobrenatural para
gozar de la rutina de la vida diaria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario