ESSENTUKI,
1917
MIEDOS -
IDENTIFICACIÓN
Algunas
veces el hombre se pierde en pensamientos que dan vueltas y que regresan una y
otra vez a la misma cosa, al mismo desagrado, que él anticipa y que no sólo no
acontecerá sino que no puede suceder en realidad.
Estos
presentimientos de futuros desagrados, enfermedades, pérdidas y situaciones
difíciles, a menudo se adueñan de un hombre a tal punto que se convierten en un
soñar despierto. La gente deja de ver y oír lo que realmente pasa, y si alguien
logra probarles que sus presentimientos y miedos eran infundados en un caso
particular, hasta sienten una cierta desilusión, como sí así fueran privados de
una agradable esperanza.
Muy a menudo
un hombre que lleva una vida culta, en un medio culto, no se da cuenta de cuan
grande es el papel que los miedos desempeñan en su vida. Tiene miedo de todo:
miedo de sus sirvientes, miedo de los niños de su vecino, del portero en la
entrada, del vendedor de periódicos de la esquina, del chofer de taxi, del
dependiente de la tienda, del amigo que ve en la calle y al que trata de
adelantarse discretamente para pasar inadvertido. Y a su vez, los niños, los
sirvientes, el portero, etcétera, tienen miedo de él.
Esto es así
en tiempos ordinarios y normales, pero en tiempos tales como los que estamos
atravesando ahora, este miedo que penetra todo se vuelve claramente visible.
No es una
exageración decir que una gran parte de los sucesos del año pasado, están
basados en el miedo y son resultados del miedo.
El miedo
inconsciente es un rasgo muy característico del sueño.
El hombre es
poseído por todo lo que lo rodea, porque nunca puede mirar con suficiente
objetividad su relación con su medio ambiente.
Nunca puede
hacerse a un lado, y mirarse a sí mismo junto con todo aquello que lo atrae o
lo repele en el momento. Y a causa de esta incapacidad está identificado con
todo.
Esto también
es un rasgo del sueño.
Usted
empieza una conversación con alguien, con el propósito definido de obtener
alguna información de él. Para lograr este propósito, nunca debe dejar de
observarse, de recordar lo que quiere, de hacerse a un lado, y mirarse a sí
mismo y al hombre con el cual está hablando.
Pero no lo
puede hacer. Nueve de cada diez veces se identificará con la conversación, y en
vez de obtener la información que quiere, se encontrará diciéndole cosas que no
tenía la intención de decir.
La gente no
tiene idea hasta qué punto es arrastrada por el miedo. Este miedo no es
fácilmente definible. En la mayoría de los casos es miedo a situaciones
embarazosas, miedo de lo que otro pueda pensar. Hay momentos en que este miedo
se vuelve casi una obsesión...
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