OCTAVO PASO.
“HICIMOS UNA
LISTA DE TODAS LAS PERSONAS A QUIENES HABÍAMOS OFENDIDO Y ESTUVIMOS DISPUESTOS
A REPARAR EL DAÑO QUE LES CAUSAMOS”.
El paso ocho
es el principio de la reparación de nuestras relaciones, tanto con nosotros
mismos como con los demás. Nos va preparando para animarnos a salir de la
relativa seguridad de la comunidad CoDA.
Empezaremos
a interactuar con los demás de una manera nueva.
Las
reparaciones que este paso nos prepara para hacer, no son simplemente para
pedir disculpas, como algunos de nosotros pensamos. Mas bien las reparaciones
que pide este paso incluyen cambios en nuestro comportamiento.
Estas
reparaciones no deberían ser hechas hasta que estemos dispuestos a enfrentar a
cada persona que hubiéramos dañado y reconocer nuestro mal comportamiento.
Fuimos guiados a trabajar cada paso, POR ESCRITO. Un acercamiento a medias no
nos serviría de nada.
HICIMOS UNA
LISTA.
Como cada
elemento del programa de CoDA esta era una secuencia para que la pudiéramos
seguir en forma lógica. En la primera mitad del paso ocho se nos pidió que
pusiéramos en la lista a todas y cada una de las personas que habían sido
lastimadas por nuestra ingobernabilidad personal. Nuestro nombre fue el primero
y la razón era obvia. Nosotros habíamos sido los menos capaces de escapar de
nuestra propia codependencia y por lo tanto en muchos casos, nosotros
recibíamos las heridas más graves. Un cambio en el comportamiento hacia
nosotros mismos debía ser lo primero en venir.
Si habíamos
sufrido algún abuso físico, emocional, sexual, o espiritual en nuestra niñez,
era especialmente importante para nosotros el hacer nuestra lista con
diligencia y claridad. Necesitábamos ver cuidadosamente cada una de
nuestras relaciones para descubrir si alguien más había sido hecho PAGAR EL
PRECIO por lo que nos habían hecho a nosotros en nuestra infancia. Otra vez
encontramos que nuestro nombre, aunque no siendo el único en la
lista, aparecía primero. Aunque nada de lo que pudiéramos haber hecho de
pequeños pudo ser la causa del abuso que recibimos, lo que era importante aquí,
era el descubrir si nos habíamos lastimado a nosotros mismos o habíamos
lastimado a otros como una manera de desahogar nuestra ira (rabia), pesar, o
dolor por estas injusticias del pasado.
ESTUVIMOS
DISPUESTOS A REPARAR LOS DAÑOS – A TODOS ELLOS.
Muchos de
nosotros descubrimos que teníamos resistencia hacia este paso. Encontramos
razones para dejar nombres fuera de la lista. Alguna infracción que pensamos
que era demasiado chica para mencionarla. O una persona no
suficientemente importante como para molestarnos por ella. O tal vez pusimos en
la lista a alguien a quien no estábamos dispuestos a hacer reparaciones. Tal
vez habíamos hecho algo por lo que nunca habíamos sido atrapados. ¿Para qué
hacer olas? En algunos casos, la persona puede ser difícil de encontrar, en
otros casos, estar
muerta.
Finalmente,
ninguna de estas razones funcionó. Si un nombre pertenecía a la lista, nosotros
razonamos que encontraríamos la manera de estar dispuestos a hacer
reparaciones. Y la disposición fue, de nuevo, nuestra llave.
El octavo
paso no era el paso en el que enfrentaríamos a aquellos a quienes habíamos
lastimado. El propósito del paso
ocho era el de fijar nuestra atención en llegar a estar dispuestos a enfrentar
a aquellos a los que habíamos atascado. Nos preguntamos qué acciones podíamos
tomar para prepararnos para esta nueva tarea.
Encontramos
útil el hacernos estas preguntas:¿Qué me podría motivar a hacer reparaciones a
aquellos a los que he lastimado? ¿Sería para aclarar mi conciencia o para
deshacerme de las viejas culpas? ¿O lo que quiero es reconocer
mis malas acciones como un paso para modificar mi comportamiento pasado? ¿Soy
capaz de separar lo que hice de lo que me hicieron a mi?
Basados en
estas preguntas, muchos de nosotros expresamos dudas acerca de nuestra
habilidad para estar verdaderamente dispuestos a hacer reparaciones. Algunos de
nosotros necesitamos volver a los pasos seis y siete para
descubrir que defecto de carácter teníamos guardado en reserva. Otros habíamos
llegado a estar dispuestos como resultado de aceptar verdaderamente nuestras
contribuciones a nuestras emproblemadas relaciones.
Este perdón
a nosotros mismos sería instrumental en movernos hacia fuera de nuestra
codependencia hacia una saludable y completa relación con Dios, con nosotros
mismos y con los demás seres humanos.
En este
momento, yo veo lo imposible hacerse, no solo posible, sino real. Como yo me
perdono a mí mismo por mis errores, así yo soy capaz de perdonar a los demás,
abriendo un camino para un cambio verdadero y duradero en mi carácter. Gracias
a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario