Quienes
no tienen un alma fingen todas
las
superficies que venden
no
la verdad sino la astutísima
baratija
obsérvalos
saludan sonríen bromean siempre parecen
simpáticos
siempre “están en todo” levantan las cejas
con
simulado asombro desdeñan entre dientes cami-
nan
aprisa (huyen)
almas
chatarra que ratean
peces
en el río revuelto
y
quince minutos engatusan
al
que se deja
obsérvalos
revisan sus uñas la punta de sus zapatos el
brillo
de sus labios el corte de su bigote la marca de su
reloj
la altura del escote el nudo de la corbata o sim-
plemente
el aspecto “casual” de la mezclilla
su
máscara es mutante y siempre a la medida
del
momento su ámbito
natural
es el plasma de las pantallas
el
cómodo veneno de la evanescencia o la levedad
donde
todo se vale
obsérvalos
nunca faltan invaden sin aviso los vestíbulos
otean
la tertulia serpeando entre la concurrencia con sus
redituables
maniobras de encantamiento con su arse-
nal
(ajeno) de frases “ocurrentes y eruditas” con su ágil
quincalla
quedabién
se
puede engañar a todo el mundo algún tiempo
se
puede engañar a algunos todo el tiempo
pero
no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo
-dijo
quien luego fue asesinado en un teatro
obsérvalos
hormiguear en el banquete apersonarse con
prisa
zalamera en la mesa de los notables y no perder
oportunidad
de añadir su nombre a las listas de preo-
cupados
en causas sociales mientras reparten caravanas
en
los resonantes salones de las cortes escucha cómo
se
pisan unos a otros por trepar a la tarima cómo se apu-
ñalan
por la espalda cómo se arrebatan la carroña del
hocico
pero
los peores son los más finos
los
que bordan con hilo delgado
un
permanente disfraz a la medida de su farsa
un
simulacro amébido tan perfecto
que
ya no se distingue
de
su propia vida
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