No siempre tenemos
claro qué estamos experimentando, o por qué.
En medio de la pena,
de la transición, de la transformación, del aprendizaje, de la curación, o de
la disciplina, es difícil tener una perspectiva.
Eso es porque aún no
hemos aprendido la lección. Estamos en medio de ella. El don de la claridad aún
no ha llegado.
Nuestra necesidad de control
se puede manifestar como una necesidad de saber exactamente qué está
sucediendo.
No siempre podemos
saberlo. A veces necesitamos dejarnos ser y confiar en que la claridad vendrá
después, en retrospectiva.
Si estamos
confundidos, así es como se supone que debemos estar. La confusión es temporal.
Luego veremos. La lección, el propósito, se revelará, a su tiempo, a su propio
tiempo.
Todo tendrá perfecto
sentido, después.
“Hoy dejaré de
esforzarme en saber lo que no sé, en ver lo que no puedo ver, en entender lo
que aún no entiendo. Confiaré en que es suficiente ser, y dejaré ir mi
necesidad de averiguar las cosas”.
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