No podemos
darnos el lujo de permitir que nuestro interés principal en la vida sea el
dinero. Eso no nos llevará a la abundancia que estamos buscando. Por lo
general, ni siquiera nos llevará a la estabilidad económica.
El dinero es
importante. Merecemos que se nos pague lo que valemos. Se nos pagará lo que
valemos cuando creamos que lo merecemos. Pero a menudo fracasan nuestros planes
cuando nuestra consideración principal es el dinero.
¿Qué es lo
que realmente queremos hacer? ¿Qué nos sentimos conducidos a hacer? ¿ Qué nos
están diciendo nuestros instintos? ¿Qué nos sentimos guiados a hacer? ¿Qué nos
emociona hacer? Busca una manera de hacer eso, sin preocuparte por el dinero.
Considera
los aspectos económicos. Fija límites acerca de lo que necesitas que te paguen.
Sé razonable. Espera empezar desde abajo y trabaja para subir. Pero si te
sientes conducido hacia un trabajo, ve por él.
¿Hay algo
que realmente no queramos hacer, algo que va contra nuestra fibra, pero que
estamos tratando de obligarnos a hacer “por dinero”? por lo general, ésa es una
conducta que hace salir el tiro por la culata. No funciona. Nos hacemos
desgraciados a nosotros mismos, y lo del dinero por lo general tampoco sale
bien.
He aprendido
que cuando me soy fiel a mí misma acerca del trabajo y de lo que necesito estar
haciendo, el dinero viene solo. A veces no es tanto como yo quiero; a veces soy
gratamente sorprendida, y es más. Pero estoy contenta y tengo lo suficiente.
El dinero es
una consideración, pero no puede ser nuestra consideración primordial si
estamos buscando seguridad espiritual y paz interior.
“Hoy tomaré
en cuenta el dinero, pero no permitiré que se convierta en mi principal
consideración. Dios mío, ayúdame a serme fiel a mí mismo y a confiar en que
fluirá el dinero”.
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