Algunos de
mis sentimientos han estado guardados tanto tiempo que se han quemado por
congelación. (Mas Allá de la Codependencia).
Hay muchas
fuentes de dolor en nuestra vida. Aquellos que nos estamos recuperando de
problemas como hijos adultos de alcohólicos y de codependencia frecuentemente
tenemos un pozo negro de dolor no resuelto del pasado. Tenemos sentimientos, a
veces desde la niñez hasta el presente, que o bien son demasiado dolorosos de
sentir o no habíamos tenido permiso ni apoyo para lidiar con ellos.
En nuestra
vida hay también otras fuentes inevitables de dolor. Están la tristeza y la
pena que nos vienen cuando experimentamos un cambio, incluso un buen cambio,
cuando dejamos ir una parte de nuestra vida y empezamos nuestro viaje hacia una
nueva.
Hay dolor en
la recuperación, a medida que empezamos a permitirnos sentir y vamos
despojándonos de nuestro escudo protector de negación.
Está el
dolor que nos lleva y nos guía a tomar mejores alternativas para nuestro
futuro.
Tenemos
muchas opciones para detener este dolor. Podemos haber experimentado con
diferentes alternativas. Las conductas compulsivas y adictivas detienen el dolor,
temporalmente. Podemos haber usado alcohol, otras drogas, relaciones o el sexo
para detener nuestro dolor.
Podemos usar
la religión para evitar nuestros sentimientos.
Podemos
recurrir a negar lo que estamos sintiendo para hacer cesar nuestro dolor.
Podemos
permanecer ocupados para no tener tiempo parar sentir. Podemos usar el dinero,
el ejercicio o la comida para detener nuestro dolor.
Tenemos
muchas alternativas. Para sobrevivir, podemos haber utilizado algunas de estas
opciones, solo para descubrir que eran “tiritas”, que aliviaban temporalmente
el dolor pero no solucionaban el problema. No detenían realmente nuestro dolor;
lo posponían.
En la
recuperación hay una alternativa mejor para que podamos detener el dolor.
Podemos enfrentarlo y sentirlo. Cuando estemos listos, con la ayuda de nuestro
Poder Superior, podemos reunir el valor para sentir el dolor, dejarlo ir y
dejar que nos lleve hacia delante, a una nueva decisión, a una vida mejor.
Podemos
dejar las conductas que estamos siguiendo y que nos causan dolor si eso es
apropiado. Podemos tomar la decisión de apartarnos de situaciones que causan un
dolor repetido, similar. Podemos aprender la lección que nuestro dolor está
tratando de enseñarnos.
Si estamos
sintiendo dolor, ahí hay una lección. Confía en esa idea. Algo se está
resolviendo en nosotros. La respuesta no vendrá de las conductas adictivas o de
otras conductas compulsivas; recibiremos la respuesta cuando sintamos nuestros
sentimientos.
Se necesita
valor para estar dispuestos a permanecer quietos y sentir lo que debemos
sentir. A veces tenemos en nuestro interior lo que parece ser infinitas capas
de dolor. El dolor duele. La pena duele. La tristeza duele. No se siente
bonito. Pero tampoco se siente uno bien al negar lo que ya está ahí, tampoco se
siente uno
bien
viviendo una vida entera con bolsas nuevas y viejas de dolor empacado, guardado
y amontonado dentro.
Dolerá un
rato, no más tiempo del necesario para curarnos. Podemos confiar en que si
hemos de sentir dolor, eso es parte de la curación, y es bueno. Podemos
ponernos en disposición de aceptar y de someternos a los inevitables
sentimientos dolorosos que son una buena parte de la recuperación.
Ir con la
corriente, aunque la corriente nos lleve por sentimientos incómodos. El alivio,
la libertad, la curación y los sentimientos positivos están del otro lado.
“Hoy estoy
abierto y dispuesto a sentir lo que necesito sentir. Estoy dispuesto a dejar
mis conductas compulsivas. Estoy dispuesto a dejar ir mi negación. Estoy
dispuesto a sentir lo que necesito sentir para
curarme,
para sanar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario