Muchos de
nosotros hemos trabajado demasiado para hacer que las relaciones funcionen;
algunas veces esas relaciones no tenían oportunidad porque la otra persona no
estaba disponible o se rehusó a participar.
Para
compensar la falta de disponibilidad de la otra persona trabajamos demasiado
duro. Podemos haber hecho todo el trabajo o la mayor parte. Esto podrá
enmascarar la situación por un rato, pero por lo general nos cansamos. Luego,
cuando dejamos de hacer todo el trabajo, nos damos cuenta de que no hay
relación, o ya estamos tan cansados que no nos importa.
Hacer uno
todo el trabajo en una relación no es amar, dar o tener interés. Es una
conducta autoderrotista y contraproducente para la relación. Crea la ilusión de
una relación cuando de hecho puede no haber ninguna. Le permite a la otra
persona ser irresponsable acerca de la parte que le toca. Como eso no satisface
nuestras necesidades, finalmente nos sentimos victimados.
En nuestras
mejores relaciones, todos tenemos periodos temporales en los que una persona
participa más que la otra. Esto es normal. Pero cuando es una manera permanente
de participar en las relaciones, nos deja sintiéndonos cansados, desgastados,
necesitados y enojados.
Podemos
aprender a participar en una cantidad razonable y luego dejar que la relación
encuentre su propia vida. ¿Somos nosotros los que siempre llamamos? ¿Somos los
que siempre iniciamos? ¿Somos los únicos que damos? ¿Somos el que hablamos de
los sentimientos y se esfuerza por lograr la intimidad?. ¿Somos el único que espera,
que tiene esperanzas, que trabaja?
Podemos
dejarlo ir. Si la relación se va a dar, se dará y se convertirá en lo que
estaba destinada a convertirse. No ayudamos a ese proceso tratando de
controlarlo. No nos ayudamos a nosotros mismos, a la otra persona o a la
relación tratando de forzarla o haciendo todo el trabajo.
Déjala
estar. Espera y ve. Deja de preocuparte por hacer que ésta se dé. Ve qué sucede
y esfuérzate en comprender si eso es lo que quieres.
“Hoy dejaré
de hacer todo el trabajo en mis relaciones. Me daré a mí mismo y a la otra
persona la facultad de exigir que ambos participemos. Aceptaré el nivel natural
que alcancen mis relaciones cuando yo haga mi parte y le permita a la otra
persona elegir la suya. Puedo confiar en que mis relaciones alcanzarán su
propio nivel. Yo no tengo que hacer todo el trabajo; lo único que necesito es
hacer la parte que me toca”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario