La vida es
cíclica, no estática. Nuestras relaciones se benefician cuando les permitimos
que fluyan de acuerdo con sus propios ciclos naturales.
Como las
altas y bajas de la marea, así son los ciclos dentro de las relaciones. Tenemos
periodos de cercanía y periodos de distanciamiento. Tenemos momentos para estar
juntos y momentos para separarnos y trabajar en cuestiones individuales.
Tenemos
momentos de amor y alegría, y momentos de enojo. A veces, las dimensiones de
las relaciones cambian cuando nosotros atravesamos por cambios. A veces, la
vida nos trae nuevos amigos o a otro ser amado para que nos enseñe la siguiente
lección.
Eso no
significa que los viejos amigos desaparezcan para siempre, significa que hemos
entrado en un nuevo ciclo. No tenemos por qué controlar el curso de nuestras
relaciones, sean éstas amistades o relaciones amorosas. No tenemos que
satisfacer nuestra necesidad de control imponiendo a las relaciones una forma
estática.
Déjalas
fluir. Permanece abierto a los ciclos. El amor no desaparecerá. El vínculo con
los amigos no se romperá. Las cosas no permanecerán igual para siempre,
especialmente cuando estamos creciendo y cambiando a un ritmo tan rápido.
Confía en la corriente. Cuida de ti mismo, pero permanece dispuesto a dejar ir
a la gente. Aferrarse a ella la hará desaparecer.
El viejo
adagio acerca del amor sigue siendo cierto: “Si está destinado a ser, será. Y
si amas a alguien, déjalo ir. Si regresa, es que era tuyo”.
“Hoy acepto
la naturaleza cíclica de la vida y las relaciones. Lucharé por ir con la
corriente. Lucharé por la armonía entre mis propias necesidades y las
necesidades de la otra persona”.
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