No importa
que ellos se estén haciendo daño a ellos mismos. No importa que nosotros
podríamos ayudarlos si tan solo nos escucharan y cooperaran con nosotros. NO
IMPORTA, NO IMPORTA, NO IMPORTA, NO IMPORTA. (Ya no seas Codependiente).
Creo que
puedo hacerlo cambiar. Nadie lo ha amado y lo ha apreciado realmente ántes. Yo
seré quien lo haga, y entonces él cambiará…. Ella nunca ha estado antes con
nadie en quien se pueda confiar. Yo demostré lo digno de confianza que soy, y
entonces ella será capaz de amar… nadie antes ha sido capaz de llegar hasta
ella, de conquistarla. Yo seré quien lo haga…. Nadie le ha dado realmente a él
una oportunidad… Nadie antes ha creído realmente en él…
Estas son
señales de advertencia. Luces rojas. Banderas rojas. De hecho, si estuviéramos
teniendo estos pensamientos, necesitarían ser señales de alto.
Si nos hemos
enganchado en creer que de alguna manera nosotros seremos aquél que marque la
diferencia en la vida de alguien, si estamos tratando de probar lo buenos que
podemos ser para alguien, podemos estar en un lío.
Esto es un
juego. Un engaño. No funcionará. Nos volverá locos. Podemos confiar en ello. No
estamos viendo las cosas claramente. Algo nos esta pasando a nosotros..
Sera
contraproducente.
Podremos ser
la “persona” correcta, la que acabara de victima.
El patrón de
pensamiento en su totalidad destila codependencia, destila no ser responsable
de uno mismo, destila victimización. Cada persona necesita hacer su propio
trabajo.
Nadie en el
pasado lo comprendió realmente… Nadie ha visto en ella lo que yo veo. Es un
artificio. Nos dispone a dejar de prestarnos atención… Es un rescate. Es una
jugada de un juego, de un juego que no tenemos por que jugar.
No tenemos
que probar que nosotros somos la persona. Si salimos a enseñarle a la gente que
somos lo mejor que alguna vez le ha sucedido, puede ser tiempo de que veamos si
ellos son lo mejor que alguna vez nos ha ocurrido.
No hemos
sido asignados como ángel guardián, ni como madrina o padrino, o “el que lo
hará”.
La ayuda, el
apoyo y el aliento que verdaderamente benefician a los demás y a nosotros
mismos surge de una manera natural. Déjalos surgir.
“Dios mío,
ayúdame a dejar ir mi necesidad de satisfacer retos disfuncionales en mis
relaciones”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario