4 de enero
Desliguémonos de los asuntos familiares
Podemos
pintar una raya sana, un límite saludable, entre nosotros y nuestra familia
nuclear, es decir, nos podemos desligar de sus asuntos.
Es posible
que algún familiar nuestro sea adicto al alcohol o a alguna otra droga y que
aún no esté en recuperación de su adicción.
También
puede ser que tengamos familiares con rasgos codependientes no resueltos. Esos
parientes pueden ser adictos a la desgracia, al dolor, al sufrimiento, al
martirio y a la victimización.
Otros
familiares también pueden presentar aspectos de abuso o de familia de origen no
resueltos.
Podemos
tener parientes adictos al trabajo, a la comida o al sexo. En nuestra familia
puede haber una estrecha comunicación o, por el contrario, ser una familia
disfuncional en la cual los miembros tienen escaso contacto.
Podemos ser
como nuestra familia. Podemos amar a nuestra familia. Sin embargo hay que
recordar que somos seres humanos individuales con derechos y asuntos
personales. Uno de nuestros principales derechos es el de empezar a sentirnos
mejor y entrar en recuperación, independientemente de que nuestros parientes
elijan hacer lo mismo o no.
No tenemos
que sentirnos culpables por descubrir la felicidad y una vida que funciona. No
tenemos que hacer nuestros los asuntos de la familia para demostrarle nuestra
lealtad y nuestro amor.
A menudo,
cuando empezamos a cuidar de nosotros mismos, nuestros parientes responden con
intentos abiertos y encubiertos para hacernos caer dentro del viejo sistema y
los antiguos roles. No tenemos por qué hacerlo. Sus intentos por hacernos
sucumbir son asunto de ellos. El hecho de que cuidemos de nosotros mismos y nos
curemos no quiere decir que no los amemos. Lo que quiere decir es que estamos
solucionando nuestros problemas.
No tenemos
que juzgarlos porque tengan asuntos sin resolver, ni tenemos por qué
permitirles que nos hagan lo que quieran simplemente porque son nuestros
parientes.
Ahora somos
libres, libres para cuidar de nosotros mismos con todos y con nuestros
familiares. Nuestra libertad comienza cuando dejemos de negar sus problemas y,
en forma adecuada pero asertiva, se los devolvemos para, de esa forma,
solucionar nuestros propios problemas.
“Hoy me
apartaré de mis parientes. Soy un ser humano individual, aunque pertenezca a
una unidad llamada familia. Tengo derecho a solucionar mis propios problemas y
a crecer; mis familiares tienen derecho a sus propios problemas y el derecho a
elegir cuando y donde solucionarlos. Puedo aprender a apartarme con amor de mis
parientes y de mis problemas. Estoy dispuesto a sortear cualquier sentimiento
para lograrlo”.
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