Dios es
sutil, pero no es malicioso. (Albert Einstein).
La
recuperación es un proceso intensamente espiritual que nos pide que crezcamos
en nuestra comprensión de Dios. Nuestra comprensión puede haber sido moldeada
por experiencias religiosas tempranas o por las creencias de los que nos
rodean. Podemos preguntarnos si Dios es tan avergonzante y tan atemorizante
como lo puede ser la gente.
Podemos
sentirnos tan victimados o tan abandonados por Dios como nos hemos sentido por
la gente de nuestro pasado.
Tratar de
entender a Dios es algo que puede hacer vacilar a nuestra mente a causa de lo
que hemos aprendido y experimentado hasta ahora en nuestra vida.
Podemos
aprender a confiar en Dios, de todos modos.
Yo he
crecido y he cambiado en mi comprensión de este Poder que es superior a mí
misma. Mi comprensión no ha crecido a un nivel intelectual, sino por lo que he
experimentado desde que puse mi vida y mi voluntad al cuidado de Dios, tal como
yo concebía, o más bien no concebía, a Dios.
Dios es
real. Amoroso. Bueno. Solicito. Dios quiere darnos todo el bien que podamos
manejar. Cuanto más volvemos nuestra mente y corazón hacia una comprensión
positiva de Dios, más nos valida Dios.
Cuanto más
damos gracias a Dios por quién es Dios, por quiénes somos nosotros y por la
naturaleza exacta de nuestras circunstancias actuales, más actúa Dios en
nuestro beneficio. De hecho todo el tiempo Dios ha planeado actuar en nuestro
beneficio.
Dios es
Creador, Benefactor y Fuente. Dios me ha enseñado, más allá de cualquier otra
cosa, que la forma como llegue a entenderlo no es ni de cerca tan importante
como el saber que Él me entiende a mí.
“Hoy estaré
abierto a que crezca mi comprensión de mi Poder Superior. Estaré abierto a
dejar ir las viejas limitaciones, negativas creencias acerca de Dios. No
importa cómo entienda yo a Dios, estaré agradecido de que Él me entienda a mí”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario