Todavía
recuerdo a mi madre apretándose el corazón; amenazando con tener un infarto y
morir, y echándome la culpa a mi. (Anónimo)
Para algunos
de nosotros, la idea de que eramos responsables de los sentimientos de otras
personas tuvo su raíz en la niñez y nos fue imbuida por miembros de nuestra
familia nuclear. Nos pueden haber dicho que hacíamos desgraciados a nuestra
madre o a nuestro padre; llevándonos directamente a la idea de que también
eramos responsables de hacerlos felices. La idea de que eramos responsables de
la felicidad o infelicidad de nuestros padres pueden infundirnos sentimientos
exagerados de poder y de culpa.
No tenemos
esta clase de poder con nuestros padres,sobre sus sentimientos o sobre el curso
de sus vidas. No tenemos por que permitirles que tengan este tipo de poder
sobre nosotros.
Nuestros
padres lo hicieron lo mejor que pudieron. Pero aun así nosotros no tenemos por
qué aceptar una creencia suya que no sea una creencia sana. Podrán ser nuestros
padres, pero no siempre tienen la razón. Podrán ser nuestros padres, pero sus
creencias y conductas no siempre son sanas y no son siempre las que más nos
convienen.
Somos libres
de examinar y de elegir nuestras creencias. Deja ir la culpa. Deja ir los
sentimientos excesivos e inadecuados de responsabilidad hacia los padres y
otros miembros de la familia. No tenemos por qué permitir que sus creencias
destructivas nos controlen a nosotros, a nuestros sentimientos, a nuestros
conductas o a nuestra vida.
“Hoy
empezaré el proceso de liberarme de cualquier sentimiento autoderrotista que
mis padres me puedan haber transmitido. Me esforzaré por tener ideas y límites
adecuados en lo que concierne a cuánto poder y cuánta responsabilidad tengo
realmente en mi relación con mis padres”.
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