Hay un
importante mensaje para nosotros que es lo primero que se nos da en las
mañanas.
A menudo,
una vez que empezamos el día, quizá no nos escuchemos tan de cerca de nosotros
mismos y a la vida como lo hacemos en esos callados momentos cuando acabamos de
despertar.
Un momento
ideal para escucharos a nosotros mismos es cuando estamos acostados
tranquilamente, con nuestras defensas bajas y estamos abiertos y somos más
vulnerables.
¿Cuál es el
primer sentimiento que nos invade, el sentimiento que tal vez estamos tratando
de evitar duramente el trajín del día? ¿Estamos enojados, frustrados, heridos o
confundidos? En eso es en lo que debemos concentrarnos y sobre todo lo que
debemos trabajar. Esa es la cuestión que necesitamos atender.
Cuando
despiertas, ¿Cuál es la primera idea que cruza por tu mente? ¿Necesitas
terminar un proyecto a tiempo? ¿Necesitas un día de esparcimiento? ¿Un día de
descanso?
¿Te sientes
enfermo y necesitas consentirte? ¿Estás en un estado de ánimo negativo? ¿Tienes
un asunto que resolver con alguien?
¿Necesitas
decirle algo a alguien? ¿Te está molestando algo? ¿Es algo particularmente
bueno?
¿Se te
ocurre alguna idea, algo que podrías obtener o algo que te haría sentir bien?
Cuando
despiertas, ¿Cuál es el primer asunto que se te presenta? No tienes por qué
tener miedo. No tienes por qué apurarte. Puedes quedarte quieto y escuchar, y
luego aceptar el mensaje.
Podemos
definir algunas de nuestras metas de recuperación para el día escuchando el
mensaje matinal.
“Dios mío, ayúdame
a dejar ir mi necesidad de resistirme al armónico flujo de la vida. Ayúdame a
aprender a ir con la corriente y a aceptar la ayuda y el apoyo que Tú tienes
para ofrecerme”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario