26 de diciembre
Igual que
cuando eramos niños nos quedaban chicos los juguetes y ropa favoritos, a veces
ya de adultos nos quedan chicas algunas cosas: gente, empleos, casas. Esto
puede causar confusión. Podemos preguntarnos por qué alguien o algo que era tan
especial e importante para nosotros el año pasado ya no encaja del mismo modo en
nuestra vida hoy. Podemos preguntarnos por qué han cambiado nuestros
sentimientos.
Cuando
éramos niños, quizá tratamos de que nos quedara una prenda de vestir que era
grande para nuestro cuerpo. Ahora, de adultos, podemos atravesar épocas en que
tratamos de forzar actitudes que ya hemos rebasado. Quizá necesitemos hacer
esto para darnos tiempo y cuenta de la verdad. Lo que funcionaba el año pasado,
lo que era tan
importante y
tan especial para nosotros en tiempos pasados, no nos funciona ya más porque
hemos cambiado. Hemos crecido.
Podemos
aceptar esto como una parte válida e importante de la recuperación. Podemos
permitirnos pasar por la experimentación y por la pena mientras batallamos por
hacer algo que nos quede, tratando de averiguar si de veras ya no nos vale y
por qué. Podemos explotar nuestros sentimientos y pensamientos acerca de lo que
ha ocurrido.
Después
podemos guardar los juguetes del año pasado y hacer espacio para los nuevos.
“Hoy dejaré
que los juguetes del año pasado sean lo que fueron: los juguetes del año
pasado. Los recordaré con cariño por el papel que desempeñaron en mi vida.
Luego, los guardaré y haré espacio para los nuevos”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario