3 de diciembre
Muchos de
nosotros somos diestros en negar y en menospreciar aquello que nos duele.
Podemos soportar una situación en particular, diciéndonos a nosotros mismos
rápidamente que no es tan mala; que no deberíamos ser tan exigentes; de que
cambiara cualquier día de estos; que deberíamos de ser capaces de vivir con
ella; que no nos fastidia; que la otra persona no tenia esa intención; que no
nos duele; que quizá simplemente seamos nosotros.
Podemos
pelear y discutir con nosotros mismos acerca de la realidad y de la validez de
nuestro dolor, de nuestro derecho a sentirlo y a hacer algo acerca de el.
A menudo
toleraremos demasiado, o tanto que nos pondremos furiosos y nos rehusaremos a
tolerar nada más.
Podemos
aprender a desarrollar una sana tolerancia.
Lo hacemos
fijando límites sanos y confiando en que nos adueñamos de nuestro poder con la
gente. Podemos disminuir nuestro dolor y sufrimiento validándonos y
prestándonos atención a nosotros mismos. Podemos trabajar por acortar el tiempo
entre que identificamos la necesidad de fijar un límite y emprender una acción
clara, definida.
No estamos
locos. Algunas conductas de veras nos agobian. Algunas conductas son
verdaderamente inadecuadas, enojosas, hirientes o abusivas.
No tenemos
por qué sentirnos culpables por cuidar de nosotros mismos una vez que hemos
identificado un límite que se debe fijar. Veamos la experiencia como un
experimento de adueñarnos de nuestro poder para establecer límites nuevos,
sanos, para nosotros mismos.
No tenemos
por qué sentirnos culpables, o disculparnos, o dar explicaciones luego de haber
fijado un límite. Podemos aprender a aceptar lo embarazoso e incómodo que es
fijar límites con la gente. Podemos establecer nuestros derechos a establecer
estos límites. Podemos darle espacio a la otra persona para explorar sus
sentimientos; podemos darnos espacio a nosotros mismos para tener nuestros
sentimientos, mientras batallamos para adueñarnos de nuestro poder y creamos
relaciones buenas, que funcionen.
Una vez que
podamos confiar en nuestra capacidad para cuidar de nosotros mismos,
desarrollaremos una sana y razonable tolerancia hacia los demás.
“Dios mío,
ayúdame a empezar a esforzarme por tener límites sanos y por desarrollar una
sana tolerancia hacia mí mismo y hacia los demás”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario