13 de diciembre
No tengas
miedo de dar.
Durante un
rato, quizá necesitemos abstenernos de dar mientras aprendemos a discernir la diferencia
entre dar sanamente y cuidar en exceso, lo cual nos deja sintiéndonos
victimados y a los otros, resentidos.
Esto es
temporal.
Para estar
sanos, para hacer la parte que nos toca en esta forma espiritual de vida, para
ser parte del infinito ciclo del universo, guiado por nuestro Creador,
necesitamos dar y recibir. Ambas partes son importantes.
¿Qué es dar
sanamente?
Es una
conducta bien definida que cada uno de nosotros debe tratar de entender. Es dar
de manera que nos sintamos bien y que no nos deje con la sensación de haber
sido victimados.
Es dar de
manera que tanto el que da como el que recibe queden con la estima en alto.
Es dar
basándose en el deseo de hacer en vez de dar a partir de un sentimiento de
culpa, de lástima, de vergüenza o de obligación.
Es dar sin
condiciones. O es dar basándose en un trato limpio, directo.
Ya sea que
se trate de dar nuestro tiempo, esfuerzo, energía, consuelo, cariño, dinero o
de darnos nosotros mismos, es un dar que podemos permitirnos.
Dar es parte
de la cadena del dar y recibir. Podemos aprender a dar sanamente; podemos
aprender a dar con amor. Necesitamos mirar bien cómo damos, para asegurarnos de
no cruzar la línea de lo que ya es cuidar excesivamente a los demás. Pero
necesitamos aprender a dar de manera que nos funcione a nosotros y que le
funcione a los demás.
“Hoy, Dios
mío, guíame en mi forma de dar. Ayúdame a darles sanamente a los demás. Ayúdame
a dar lo que sienta correcto, lo que sienta bien, lo que sienta limpio y lo que
esté dentro de mi capacidad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario