Una
herramienta útil en nuestra recuperación, especialmente en la conducta que
llamamos desapego, es aprender a identificar quién es propietario de qué. Luego
dejamos que cada persona posea la propiedad que legítimamente le corresponde.
Si otra
persona tiene una adicción, un problema, un sentimiento, o una conducta
contraproducente, ésa es su propiedad, no la nuestra. Si alguien es un mártir,
está inmerso en la negatividad, es controlador o manipulador, ése es asunto
suyo, no nuestro.
Si alguien
ha actuado de cierta manera y ha experimentado una consecuencia particular,
tanto la conducta como la consecuencia le pertenecen a esa persona.
Si alguien
está en negación o no puede pensar claramente acerca de un asunto en
particular, esa confusión le pertenece a él o a ella.
Si alguien
tiene una capacidad limitada para amar y ser solícito, o está impedido para
ello, ésa es su propiedad, no la nuestra. Si alguien no tiene aprobación o
cariño para dar, eso es propiedad de esa persona.
Las mentiras
de la gente, sus engaños, trucos, manipulaciones, conductas abusivas, conductas
inadecuadas y conductas tramposas, le pertenecen a ella también. No a nosotros.
Las
esperanzas y sueños de la gente son propiedad suya. Sus sentimientos de culpa
le pertenecen también. Su felicidad o su desdicha es también suya. Y lo mismo
sus creencias y mensajes.
Si algunas
personas no se gustan a sí mismas, ésa es su elección. Las elecciones de los
demás son de su propiedad, no de la nuestra.
Lo que la
gente opta por decir y hacer es asunto suyo.
¿Qué es
propiedad nuestra?
Nuestra
propiedad incluye nuestras conductas, problemas, sentimientos, felicidad,
desdicha, alternativas y mensajes; nuestra capacidad para amar, para ser
solícitos y cariñosos; nuestros pensamientos, nuestra negación, nuestras
esperanzas y nuestros sueños. Si permitimos que nos controlen, nos manipulen,
nos engañen, o nos maltraten, eso es asunto nuestro.
En la
recuperación aprendemos a tener un sentido adecuado de la propiedad. Si algo no
es nuestro, no lo tomamos. Si lo tomamos, aprendemos a regresarlo. Dejemos que
los demás tengan sus propiedades y aprendamos a poseer y a cuidar bien de las
nuestras.
“Hoy trabajare
por desarrollar un sentido claro de lo que me pertenece y de lo que no. Si no
es mio, no me quedare con el. Yo lidiare conmigo mismo, con mis asuntos y mis
responsabilidades. Quitare las manos de lo que no es mio”.
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