“La
vergüenza es el primer sentimiento que me pega cada vez que yo, o alguien a
quien amo, tiene un problema”, dijo una mujer en recuperación.
Muchos de
nosotros fuimos educados con la creencia de que tener un problema era algo de
lo que debíamos avergonzarnos.
Esta
creencia puede hacernos mucho daño. Puede impedirnos identificar nuestros
problemas; nos puede hacer sentir enajenados e inferiores cuando los tenemos, o
los tiene alguien a quien amamos. La vergüenza puede impedirnos solucionar un
problema y encontrar el regalo que constituye ese problema.
Los
problemas son parte de la vida. Lo mismo las soluciones. La gente tiene
problemas, pero nosotros, y nuestra autoestima, somos algo aparte de nuestros
problemas.
Todavía no
conozco una persona que no tenga problemas que resolver, ¡pero he conocido a
muchas que se sentían avergonzadas de hablar acerca de los problemas que ya
habían resuelto!
Nosotros
somos más que nuestros problemas. Aunque nuestro problema sea nuestra propia
conducta, el problema no es lo que somos, es lo que hicimos.
Esta bien
tener problemas. Está bien hablar acerca de los problemas, en el momento
adecuado, y con gente segura.
Está bien
resolver problemas.
Y estamos
bien. Aunque tengamos problemas, o los tenga alguien a quien amamos. No tenemos
por qué perder nuestro poder personal o nuestra autoestima. Hemos resuelto
exactamente los problemas que hemos necesitado resolver para convertirnos en lo
que somos.
“Hoy dejaré
ir mi vergüenza acerca de los problemas”.
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