El miedo es
la médula de la codependencia. Nos puede motivar a controlar situaciones o a
descuidarnos de nosotros mismos.
Muchos de
nosotros hemos estado atemorizados durante tanto tiempo que ya no clasificamos
a nuestros sentimientos como miedo. Nos hemos acostumbrado a sentirnos
alterados y ansiosos. Lo sentimos normal.
La paz y la
serenidad pueden resultarnos incomodas.
En una
época, el miedo puede haber sido apropiado y útil. Podemos habernos apoyado en
el miedo para protegernos., en forma parecida a como los soldados en la guerra
se atienen al miedo para ayudarse a sobrevivir. Pero ahora, en la recuperación,
estamos viviendo la vida de manera diferente.
Es tiempo de
darle gracias a nuestros viejos miedos por habernos ayudado a sobrevivir, y
luego, decirles adiós. Demos la bienvenida a la paz, la confianza, la
aceptación y la seguridad. Ya no necesitamos tener tanto miedo. Podemos
escuchar nuestros miedos sanos y dejar ir el resto.
Podemos
crearnos una sensación de seguridad, ahora. Estamos a salvo, ahora. Hemos hecho
el compromiso de cuidar de nosotros mismos. Podemos confiar en nosotros mismos
y amarnos.
“Dios mío,
ayúdame a dejar ir mi necesidad de tener miedo. Reemplázala con la necesidad de
estar en paz. Ayúdame a escuchar mis miedos sanos y a despojarme del resto”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario