TERCER
PASO
Decidimos poner nuestra voluntad y
nuestras vidas al cuidado de Dios, según lo concebimos.
En
el Primero y Segundo Paso, aceptamos nuestra impotencia personal, la
ingobernabilidad de nuestras vidas, la necesidad de fe en un Poder Superior a
nosotros mismos, y la realidad de nuestras propias acciones insanas.
Nuestras
adicciones continuaban luchando por su vida. Los deseos irresistibles todavía
nos poseían, y estábamos sintiendo una increíble variedad de sentimientos
incómodos y horribles: ira, rabia, vergüenza, ansías, odio hacia uno mismo y
desesperanza. Perdimos a nuestro mejor amigo. Estábamos solos, enfrentando el
resto de nuestras vidas sin nuestra droga.
Ahora
llegamos a un paso donde se nos sugirió que tomáramos una decisión. Necesitábamos
decidir que ya no estábamos a cargo y que necesitábamos ayuda. Esta decisión
contradijo enormemente lo que nos habían enseñado. ¿Cuántas veces hemos
escuchado que debemos usar la fuerza de voluntad para alejarnos del feo y
pequeño hábito de fumar? Desde la infancia, nos enseñaron a depender de
nosotros mismos. Aprendimos que nadie lo haría por ti. Sabíamos que si
queríamos que se hiciera bien debíamos hacerlo nosotros mismos.
Desafortunadamente,
depender en nosotros mismos demostró ser ineficaz al lidiar con nuestra
adicción a la nicotina. Esto no nos impidió fumar. Encontramos extremadamente
difícil pedir ayuda. Asociamos la ayuda con dependencia y debilidad. No
estábamos interesados en que nos dijeran cómo manejar nuestras vidas.
Gradualmente,
en reuniones, al escuchar a otros o al leer, comenzamos a ver que lo que
habíamos visto orgullosamente como confianza en sí mismo era realmente
arrogancia, rebeldía, obstinación y negación. También pudimos ver que realmente
esas actitudes eran nocivas para nosotros. Con esta conciencia, vimos que pedir
ayuda era un acto de fortaleza, no de debilidad. Entendimos que siendo
humildes, podíamos permitir que algo amable y poderoso nos ayudara.
Necesitábamos este entendimiento para decidir pedir la ayuda que tan
desesperadamente necesitábamos.
Nos
rendimos. A través de la entrega vino la disposición de intentar cualquier
cosa, incluyendo permitirnos a nosotros mismos ser ayudados por algo bueno y
maravilloso. Como dijo Bill Wilson, quien escribió por primera vez acerca de
estos doce pasos, “todo nuestro problema había sido el mal uso de la fuerza de
voluntad. Habíamos tratado de atacar nuestros problemas con ella en lugar de
intentar hacerla coincidir con el designio de Dios para nosotros.”
Nuestro
objetivo era hacer contacto con un Poder Superior, con el que nos ayudaría a
cambiar a nosotros y a nuestras vidas. Encontramos que a medida que hicimos
este contacto, pudimos tomar una decisión para cambiar nuestra voluntad y
nuestras vidas hacia el cuidado de nuestro propio Dios. Encontramos apoyo.
Descubrimos un nuevo sentido de bienestar del cuerpo, emoción y espíritu.
Encontramos
que al mantenernos cerca de nuestro Poder Superior, experimentamos el Tercer
Paso en acción. Nos interesamos cada vez menos en nosotros mismos, nuestros
pequeños planes y designios. Nos interesamos cada vez más en ver qué podríamos
contribuir a la vida, dejando a nuestro Poder Superior el cuidarnos. A medida
que sentíamos que fluía el nuevo Poder, disfrutábamos de tranquilidad de espíritu,
descubríamos que podíamos enfrentarnos a la vida exitosamente, sentíamos
nuestro Poder Superior, y comenzamos a perder nuestro temor de ayer, del hoy y
del mañana. Buscamos liberarnos de la obstinación y el ego, y la sabiduría para
reconocer la voluntad de nuestro Poder Superior para nosotros. Hicimos esto de
muchas maneras, incluso repitiendo lo siguiente:
“ORACIÓN
DEL TERCER PASO”
Libérame de la
esclavitud del egoísmo.
Ayúdame a
entregarme al espíritu.
Muéveme a
hacer el bien en este mundo y mostrar bondad.
Ayúdame hoy a
superar y evitar la ira, el resentimiento, la envidia, y cualquier otro tipo de
pensamiento negativo.
Ayúdame a
ayudar a aquéllos que sufren.
Mantenme
alerta con valor para enfrentar la vida y no apartarme de ésta, no aislarme de
todo el dolor y por ende aislarme también del amor.
Libérame de la
fantasía y del temor. Inspira y dirige mi pensamiento hoy; permite que esté
separado de la autocompasión, deshonestidad y motivos egoístas.
Muéstrame el
camino de la paciencia, la tolerancia, la bondad y el amor.
Rezo por todos
aquéllos con los que he sido cruel, y te pido que les concedas la misma paz que
yo busco.
A través de la confianza en nuestro Poder Superior,
encontramos que éramos cuidados en formas sorprendentes y simples. Esto nos dio
confianza y una creciente fe. Nuestra victoria sobre nuestras propias
dificultades nos animó a continuar, y también a convertirnos en un ejemplo para
los demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario