sábado, 8 de marzo de 2014

OFENSAS. COMO TU NIÑO HERIDO CONTAMINA TU VIDA. JOHN BRADSHAW

Tendemos a pensar que todo el mundo que tiene un interno herido es agradable, tranquilo y sufrido. Pero, de hecho, el niño herido es el responsable de mucha de la violencia y de la crueldad del mundo. A Hitler le pegaron continuamente durante su infancia. Fue humillado y avergonzado de forma perniciosa por un padre sádico que era el hijo bastardo de un terrateniente judío. Él volvió a imponer la forma más extrema de crueldad a millones de seres inocentes.
Me viene a la memoria la historia de Dawson. Cuando vino a verme por un problema matrimonial era encargado de seguridad de un club nocturno. Presumía de haberle roto la mandíbula a uno esa semana y describía apasionadamente como el hombre le había provocado. Le habia molestado que se pavoneara delante suyo. Muchas veces a lo largo de nuestras sesiones, Dawson me contaba cosas como esta. Los agresores no se hacen responsables de su comportamiento.
Según ibamos avanzando vi con claridad que en realidad Dawson estaba atemorizado. Cuando tenia miedo se ponían en marcha los recuerdos del niño que había sido. Había tenido un padre violento que le maltrataba. Al igual que el niño de entonces, tembloroso ante el ataque de furia de su padre no se sentía seguro estando aterrorizado por lo que se identificaba con el ser de su padre. Se convertía en su padre. Cuando ocurre algo que le recuerdan las escenas violentas de su infancia se activan los antiguos sentimientos de miedo e indefensión y Dawson se convierte en su brutal padre, infligiendo sobre los otros los mismos daños que su padre le había infligido a él.
El comportamiento ofensivo, la principal causa de la destrucción humana, es el resultado de una infancia violenta, y del sufrimiento y el dolor por ese maltrato que no hemos superado. El que una vez fuera un niño indefenso y herido se convierte en el adulto agresor. Esto ocurre especialmente cuando se trata de abusos físicos, sexuales y con serias agresiones psíquicas.
El psiquiatra Bruno Bettelheim acuñó una expresión para este proceso; "identificación con el agresor". La violencia sexual, física y psíquica aterrorizan tanto al niño que este no puede permanecer en su propio ser durante el abuso. Para superar el dolor pierde toda conciencia de su identidad y se identifica instantáneamente con el agresor. Bettelheim dirigió sus estudios principalmente a los supervivientes de los campos de concentración.
En uno de mis cursos recientes, una terapeuta de NY pidió el turno de palabra. Dijo que era judía y procedió a relatarnos a grandes rasgos algunos de los episodios que su madre había vivido en el campo de concentración nazi. La parte más sorprendente de la historia fue que su madre la había tratado a ella tal y como los guardias nazis habían tratado a su madre. Ya desde los tres años, su madre le escupía y la llamaba cerda judía.
Tal vez las agresiones sexuales sean las más perturbadoras. La mayoría de las veces los progenitores mismos han sido violados de niños. Cuando molestan a los niños están reconstruyendo el abuso que experimentaron en su propia infancia.
Mientras que la mayoría del comportamiento agresivo esta arraigado en la infancia, no es siempre el resultado de malos tratos. Muchos agresores han estado muy consentidos por sus padres, que han sido demasiado indulgentes y sumisos de modo que han aprendido a sentir que son superiores a los demás. Estos niños mimados creen que se merecen un tratamiento especial por parte de la gente y que ellos no pueden hacer nada mal, pierden todo el sentido de la responsabilidad y piensan que la culpa de sus problemas es siempre de los otros.

John Bradshaw, de su libro Volver a casa

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