A veces,
para protegernos, nos cerramos a una persona con la cual tenemos una relación.
Nuestro cuerpo podrá estar presente, pero nosotros no lo estamos. No estamos en
disposición de participar en la relación.
Nos
cerramos. A veces es apropiado y saludable cerrarse en una relación. Podemos
legítimamente necesitar estar un tiempo solos.
A veces es
autoderrotista cerrarnos en una relación. Dejar de ser vulnerable, honesto y de
estar presente para otra persona puede poner fin a la relación. La otra persona
no puede hacer nada en la relación si nosotros nos salimos de ella. Cerrarnos
nos hace inaccesibles en esa relación.
Es común
pasar por periodos temporales en que nos cerramos dentro de una relación. Pero
es enfermizo hacer de esto una practica corriente. Puede ser una de nuestras
artimañas para sabotear nuestras relaciones.
Antes de
cerrarnos, necesitamos preguntarnos lo que estamos tratando de lograr al
cerrarnos. ¿Necesitamos tiempo para hacer un trato? ¿Para curarnos? ¿Para
crecer? ¿Para analizar las cosas? ¿Necesitamos salirnos un tiempo de esta
relación? ¿O estamos regresando a nuestras viejas costumbres, escondiéndonos,
echando a correr o terminando una relación porque nos da miedo no poder cuidar
de nosotros mismos de ninguna otra manera ¿Necesitamos cerrarnos porque la otra
persona en realidad no es segura, es manipuladora, miente, o está actuando
adictiva o abusivamente? ¿Nos estamos cerrando porque la otra persona se ha
cerrado y ya no queremos estar disponibles para ella?
Cerrarnos,
encerrarnos en nosotros mismos y retirar nuestra presencia emocional de una
relación es una herramienta poderosa.
Necesitamos
usarla cuidadosamente y responsablemente. Para lograr intimidad y cercanía en
una relación, necesitamos estar emocionalmente presentes. Necesitamos estar
disponibles.
“Dios mío,
ayúdame a estar emocionalmente presente en las relaciones que he elegido
tener”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario