Un atorón
puede durar varios días. Nos sentimos perezosos, faltos de concentración y a
veces abrumados por sentimientos que no logramos clasificar. Podemos no
entender qué nos está pasando. Hasta nuestros intentos por practicar conductas
de recuperación parecen no funcionar. Todavía no nos sentimos emocional, mental
y espiritualmente tan bien como quisiéramos.
En un atorón
podemos descubrirnos revirtiendonos instintivamente a viejos patrones de
pensamiento, de sentimiento y de comportamiento, aunque ahora sepamos mejor
como hacer las cosas. Podemos descubrir que nos estamos obsesionando, aunque
sepamos que eso es precisamente lo que estamos haciendo y que no funciona.
Podemos
descubrirnos buscando frenéticamente a ora persona que nos haga sentir mejor,
sabiendo todo el tiempo que nuestra felicidad y bienestar no están en los
demás.
Podemos
empezar a tomarnos personalmente cosas que no son asunto nuestro y a reaccionar
en formas que bien hemos aprendido que no nos funcionan.
Estamos en
un atorón. No durará para siempre. Estos periodos son normales, necesarios
incluso. Estos son los días que debemos superar. Son días para concentrarse en
conductas de recuperación, aunque las recompensas ocurran o no en forma
inmediata. Estos, a veces, son días para dejarnos ser como somos y amarnos a
nosotros mismos tanto como podamos.
No tenemos
por qué sentirnos avergonzados, no importa cuánto tiempo hayamos estado en
recuperación. No tenemos por qué esperar de una manera poco razonable “más ” de
nosotros mismos. Ni siquiera tenemos que esperar de nosotros mismos que vivamos
la vida a la perfección.
Atraviesa el
atorón. Este terminará. A veces, un atorón puede durar varios días y luego, en
el curso de una hora, ver que salimos de él y nos sentimos mejor. A veces puede
durar un poco más.
Practica una
conducta de recuperación en un área pequeña y empieza a subir cuesta arriba.
Pronto, el atorón desaparecerá. Nunca podemos juzgar dónde estaremos mañana por
el sitio donde nos encontramos hoy.
“Hoy me
concentraré en practicar una conducta de recuperación en uno de mis asuntos,
confiando en que esta práctica me hará seguir adelante. Recordaré que la
aceptación, la gratitud y el desapego son un buen lugar para empezar”.
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