Cuando un
pianista aprende una nueva pieza musical, no se sienta e instantáneamente la
toca a la perfección. A menudo, un pianista debe practicar la labor de cada
mano por separado para aprenderse el ritmo, para aprender el sonido. Con una
mano practica una parte hasta que la toca con ritmo y facilidad. Luego, el
músico practica con la otra mano, tocando las notas, una por una, hasta que se
aprende la tarea de esa mano. Cuando cada una de las manos ha aprendido su
parte –el sonido, el sentimiento, el ritmo, los tonos entonces pueden tocar
juntas ambas manos.
Durante el
tiempo de práctica, la música puede no sonar bien. Puede sonar desconectada, no
particularmente bella. Pero cuando ambas manos están listas para tocar juntas,
se crea la música, se forma una pieza en armonía y belleza.
Cuando
empezamos la recuperación puede parecernos que nos pasamos meses, años incluso,
practicando conductas individuales, aparentemente desconectadas, en partes
separadas de nuestra vida.
Llevamos
nuestras nuevas habilidades a nuestro trabajo, a nuestra carrera, y empezamos a
aplicarlas lentamente, haciendo más sanas nuestras relaciones de trabajo.
Llevamos nuestras destrezas a nuestras relaciones, a veces a una relación a la
vez. Batallamos con nuestras nuevas conductas en nuestras relaciones amorosas.
Tocando una
parte a la vez, practicamos nuestra nueva música nota por nota.
Trabajamos
en nuestra relación con nuestro Poder Superior, en nuestra espiritualidad.
Trabajamos en amarnos a nosotros mismos. Trabajamos en creer que nos merecemos
lo mejor. Trabajamos sobre nuestras finanzas. En nuestras aficiones. A veces en
nuestra apariencia. A veces en nuestra casa.
Trabajamos
sobre los sentimientos. Sobre las creencias. Sobre las conductas. Dejamos ir lo
viejo, adquiriendo lo nuevo. Trabajamos y trabajamos y trabajamos. Practicamos.
Batallamos. Vamos de un
extremo al
otro, y a veces regresamos y volvemos a empezar.
Hacemos un
pequeño progreso, tenemos un retroceso y luego seguimos adelante otra vez.
Todo puede
parecer estar desconectado. Puede no sonar como una armoniosa, bella pieza de
música, solo notas aisladas. Luego un día, algo ocurre. Estamos listos para
tocar con ambas manos, para reunir la música.
En lo que
hemos estado trabajando, nota por nota, se convierte en una canción. Esa
canción es una vida plena, una vida completa, una vida en armonía.
La música se
reunirá en nuestra vida si seguimos practicando por partes.
“Hoy
practicare mis conductas de recuperación en partes individuales de mi vida.
Confió en que, un día, las cosas se reunirán en una sola, completa canción”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario