Nos
merecemos lo mejor que pueden ofrecer la vida y el amor, pero cada uno de
nosotros enfrenta el desafió de aprender a identificar que significa eso en su
vida. Cada uno de nosotros debe llegar a comprender lo que creemos merecer, lo
que queremos y si lo estamos recibiendo o no.
Se puede
empezar desde un solo lugar, y ese es justamente en el que estamos, en nuestras
circunstancias actuales. El lugar desde el cual comenzamos es con nosotros.
¿Que nos
duele? ¿Que nos enoja? ¿De que nos estamos quejando y lamentando? ¿Estamos
menospreciando cuanto nos esta doliendo una conducta en particular? ¿Estamos disculpando
a la otra persona, diciéndonos a nosotros mismos que somos “demasiado
exigentes”?
¿Estamos
renuentes, por una serie de razones, especialmente el miedo, a atacar los
asuntos en nuestras relaciones que puedan estarnos lastimando? ¿Sabemos lo que
nos está lastimando y sabemos que tenemos el derecho de detener nuestro dolor
si queremos hacerlo?
Podemos
comenzar la jornada de la privación al merecimiento. Podemos empezar hoy.
También podemos ser pacientes y gentiles con nosotros mismos, a medida que viajamos,
cuando cada vez vamos sintiendo menos que nos merecemos lo segundo mejor, y
vamos sabiendo en nuestro corazón que nos merecemos lo mejor, y asumimos la
responsabilidad de ello.
“Hoy
prestaré atención a cómo permito que me trate la gente y cómo me siento acerca
de ello. También me fijaré en cómo trato a los demás. No reaccionaré
excesivamente tomándome sus asuntos en forma demasiado personal o demasiado en
serio; no reaccionaré de menos negando que ciertas conductas son inapropiadas e
inaceptables para mí”.
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