Un día,
decidí probar algo nuevo. Llevé a mi hijo de diez años al río Saint Croix en
una Waverunner. Una Waverunner es un pequeño vehículo de bote parecido a una
motocicleta.
Nos pusimos
chalecos salvavidas y nos embarcamos en una experiencia que resultó ser tan
regocijante como atemorizante: regocijante cuando me permití disfrutarla;
atemorizante cuando pensé demasiado en lo que estaba haciendo y en las
terribles cosas que podrían suceder.
A la mitad
de nuestro paseo, el peor de mis miedos se hizo realidad. Volcamos. Estábamos
dando tumbos en treinta pies de agua. La Waverunner se sacudía en las olas
frente a mí, como una tortuga motorizada sobre su lomo.
“Que no te
entre pánico”, dijo mi hijo calmadamente.
¿Y si nos
ahogamos?, objeté.
“No
podemos”, me dijo. “Tenemos chalecos salvavidas. ¡Mira! Estamos flotando”.
“El aparato
está bocabajo”, le dije. “¿Cómo vamos a hacer para enderezarlo?”
“Justamente
como el hombre nos dijo”, respondió mi hijo. “La flecha apunta hacia este
lado”.
Con un movimiento
fácil, volteamos el aparato boca arriba.
“¿Y qué si
ya no podemos volver a subirnos en ella?”, pregunté.
“Sí
podemos”, contestó mi hijo. “Para eso están hechas las Waverunners: para
montarlas sobre el agua.”
Me relajé y
mientras conducía de regreso, me pregunté por qué me había asustado tanto.
Pensé que quizá era porque no confío en mi capacidad para resolver problemas.
Quizá porque una vez casi me ahogué por no traer puesto un chaleco salvavidas.
Pero tampoco
esa vez te ahogaste, me aseguró una pequeña voz en mi interior. Sobreviviste.
Que no te
entre el pánico
Los
problemas se hicieron para resolverlos. La vida se hizo para vivirla. Aunque a
veces el agua nos tape la cabeza, sí, quizá hasta necesitemos sumergirnos en
ella unos cuantos momentos y tragar unos cuantos buches de agua, no nos
ahogaremos. Llevamos puesto –y siempre lo hemos llevado puesto-un chaleco
salvavidas. Ese chaleco
de apoyo se
llama “Dios”.
“Hoy, me
recordare de cuidar de mi mismo. Cuando me hunda hasta la cabeza, Dios estará allí
apoyándome, aunque mis miedos traten de hacérmelo olvidar”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario