¡Los
problemas son para resolverlos!
Algunos de
nosotros nos pasamos más tiempo reaccionando al hecho de que tenemos un
problema que tratando de solucionarlo. “¿Por qué me está pasando esto a mí?”…
“¿No es horrible la vida?”… “¿Por qué tenía que ocurrir esto?”… “Ay, caray.
Esto es terrible”… “¿Por qué Dios (el universo, una agencia, una persona o la
vida) la toma conmigo?”
Los
problemas son inevitables. Algunos problemas se pueden anticipar. Otros son
sorpresas. Pero la idea de que los problemas se dan en forma regular no
necesita ser nunca una sorpresa.
Las buenas
noticias son que para cada problema hay una solución. A veces, la solución es
inmediata o nos lleva cierto tiempo descubrirla. Otras, la solución implica
dejarlo ir. A veces, el problema debemos resolverlo nosotros; otras no. A
veces, hay algo que podemos hacer claramente para solucionar el problema;
otras, necesitamos batallar, patalear, hacer nuestra parte y luego confiar en
la ayuda de nuestro Poder Superior.
A veces, el
problema simplemente es parte de la vida; otras, es importante porque estamos
aprendiendo algo a través de él y de su solución. A veces, los problemas acaban
resultando ser algo bueno en nuestra vida. Nos hacen volvernos en una dirección
que es mejor a la que de otra manera hubiéramos tomado.
A veces, los
problemas simplemente son; otras, son una señal de advertencia de que estamos
en el camino equivocado.
Podemos
aprender a aceptar los problemas como parte inevitable de la vida. Podemos
aprender a resolver problemas. Podemos aprender a identificar cuáles están
tratando de conducirnos en una nueva dirección y cuáles simplemente piden una
solución.
Podemos
aprender a concentrarnos en la solución más que en el problema y mantener una
actitud positiva hacia la vida y hacia el inevitable flujo de problemas y
soluciones.
“Hoy
aprenderé a confiar en las soluciones, en vez de sentirme victimado por los
problemas. No usaré los problemas para probar que estoy desamparado, acosado o
martirizado. No señalaré mis problemas para probar lo horrible que es la vida.
Aprenderé a confiar en el flujo de problemas y soluciones. Dios mío, ayúdame a
resolver los problemas que puedo resolver hoy. Ayúdeme a dejar ir el resto.
Ayúdame a crecer en mi capacidad para afrontar los problemas y resolverlos.
Ayúdame a confiar en la corriente. Para cada problema, hay una solución”.
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