Podemos
aceptarnos a nosotros mismos como gente que tiene necesidad, la necesidad de
consuelo, de amor, de comprensión, de amistad, de un sano contacto.
Necesitamos
refuerzo positivo, alguien que nos escuche, alguien que nos dé. No somos
débiles por necesitar estas cosas. Estas necesidades nos hacen humanos y sanos.
Satisfacer nuestras necesidades –creer que merecemos satisfacerlas- nos hace
felices.
Hay épocas,
también, en que además de nuestras necesidades normales, estamos
particularmente necesitados. En esas épocas, necesitamos más de lo que podemos
dar. Eso también está bien.
Podemos
aceptar e incorporar nuestras necesidades y nuestra parte necesitada, a todo
nuestro ser. Podemos asumir la responsabilidad por nuestras necesidades. Eso no
nos hace débiles o deficientes. Eso no significa que no nos estemos recuperando
adecuadamente, ni tampoco significa que seamos dependientes de una manera
enfermiza. Hace gobernables nuestras necesidades y a nuestra parte necesitada.
Nuestras necesidades dejan de controlarnos, y recuperamos el control.
Entonces,
nuestras necesidades empiezan a ser satisfechas.
“Hoy
aceptaré mis necesidades y mi parte necesitada. Creo que merezco satisfacer mis
necesidades, y permitiré que eso suceda”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario