20 de diciembre
Nuestra
labor es identificar nuestras necesidades, y luego determinar una manera
equilibrada de satisfacerlas. En último término, esperamos que nuestro Poder
Superior y el universo –y no una persona en particular- sean nuestra fuente.
Es
irracional esperar que alguien sea capaz o esté dispuesto a satisfacer todas
nuestras peticiones. Somos responsables de pedir lo que queremos y necesitamos.
La responsabilidad de la otra persona es escoger libremente si va a responder o
no a nuestra petición. Si tratamos de presionar o de obligar a otro a que nos
apoye, eso es
controlar.
Hay una
diferencia entre pedir y exigir. Queremos que el amor se nos dé libremente.
Es
irracional y enfermizo esperar que una sola persona sea la fuente de
satisfacción de todas nuestras necesidades. En último término, nos enojaremos y
nos mostraremos resentidos, quizá incluso castigadores, con esa persona por no
habernos apoyado como nosotros esperábamos.
Es razonable
tener expectativas ciertas y bien definidas de nuestro cónyuge, hijos y amigos.
Si una
persona no puede o no quiere ayudarnos, entonces necesitamos asumir la
responsabilidad hacia nosotros mismos en esa relación.
Quizá
necesitemos fijar un límite, cambiar nuestras expectativas o modificar los
límites de la relación para acomodarnos a la inaccesibilidad de esa persona.
Esto lo hacemos por nosotros mismos.
Es razonable
comunicar nuestros deseos y necesidades y ser realistas acerca de cuánto le
pedimos a una persona en particular o cuánto esperamos de ella. Podemos confiar
en que sabremos qué es razonable.
El asunto de
las expectativas consiste en saber que somos responsables de identificar
nuestras necesidades, de creer que merecen ser satisfechas y descubrir una
manera apropiada, satisfactoria de hacer eso en nuestra vida.
“Hoy me
esforzaré por tener expectativas razonables en cuanto a satisfacer mis
necesidades en las relaciones”.
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