Una mujer
casada que recientemente se unió a Al – Anón me llamó una tarde. Trabajaba
medio tiempo como enfermera, había asumido todas las responsabilidades de la
crianza de sus dos hijos y hacía todos los quehaceres domésticos, incluyendo
reparaciones y finanzas. “Quiero separarme de mi marido”, sollozó.” Ya no lo
soporto más a él ni a su abuso. Pero dime, por favor dime”, me dijo, ¿crees que
puedo cuidarme sola?”. (Ya no seas codependiente).
No solo esta
bien que cuidemos de nosotros mismos, sino que podemos cuidarnos muy bien.
Muchos de
nosotros confiamos en nuestra capacidad para cuidar de los demás, pero dudamos
de nuestra fuerza inherente para cuidar de nosotros mismos. Hemos llegado a
creer, a partir de nuestras circunstancias pasadas o presentes, que necesitamos
cuidar a los demás y necesitamos que los demás nos cuiden. Esa es la más
acabada creencia codependiente.
No importa
dónde nació esta creencia autoderrotista, podemos liberarnos de ella y
remplazarla por otra mejor, otra más sana, más adecuada. Podemos cuidar de
nosotros mismos, estemos dentro de una relación o no. Se nos proveerá de todo
lo que necesitemos. Tendremos seres queridos, amigos y a nuestro Poder Superior
para ayudarnos.
Saber que
podemos cuidarnos solos no significa que a veces no tengamos sentimientos de
miedo, incomodidad, duda, ira y fragilidad. Significa que debemos practicar la
“valiente vulnerabilidad”, como la llamo Colette Dowling en El complejo de
Cenicienta. Podremos sentirnos asustados, pero lo hacemos de todas maneras.
“Hoy, Dios
mío, ayúdame a saber que me puedo cuidar solo”.
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