DÉCIMO PASO.
“CONTINUAMOS
HACIENDO NUESTRO INVENTARIO PERSONAL Y CUANDO NOS EQUIVOCAMOS INMEDIATAMENTE LO ADMITIMOS”.
Para el
momento en que nos acercamos al décimo paso muchos de nosotros sentimos una
sensación de logro. Habíamos empezado a desarrollar una relación con nuestro
Poder Superior que podíamos entender. Habíamos aprendido
mucho acerca de nuestra propia responsabilidad en nuestros problemas pasados.
Nosotros descubrimos que podíamos compartir nuestros secretos más íntimos con
otra persona. Y habíamos hecho algunas reparaciones, una acción que no habíamos
imaginado como posible antes de empezar nuestra experiencia con los doce pasos.
Estábamos agradecidos, aliviados, y sobre todo animados. Tal vez ahora, después
de todo este trabajo, nuestras vidas realmente habrían de mejorar.
Fue entonces
que nos dirigimos en dirección del décimo paso. Algunos de nosotros nos
sentimos abrumados con el pensamiento de hacer el compromiso de un inventario
continuo y con reparaciones y pudimos habernos atascado en el miedo y la
negación, eliminando este paso sin siquiera habernos dado cuenta de ello.
Aprendimos que lo que nosotros necesitábamos era algo de tiempo para
reflexionar acerca de nuestro progreso espiritual y emocional en Codependientes
Anónimos.
En el
principio de nuestro tiempo en CoDA, muchos de nosotros nos habíamos sentido
solos, confundidos, y aún avergonzados, preguntándonos por qué necesitábamos un
programa si todo lo que queríamos era ayudar a otros, poder
“manejar el espectáculo”, o pasar desapercibidos y perdernos en el fondo. Para
muchos de nosotros el dolor que íbamos cargando era abrumador. Frecuentemente
nos sentíamos desesperanzados con pocas posibilidades de escapar o renovarnos.
Fue esta manera de pensar lo que nos embarco con el primer paso. Según el
tiempo pasaba y trabajábamos los pasos nuestro acercamiento hacia el vivir
cambió.
El mensaje
en el décimo paso se hizo claro ¿Porqué detenernos ahora? Teníamos pruebas en
lo personal de que el cambio era posible, no solo PARA aquellos que habían
pasado antes que nosotros, para nosotros también. Justo como los pasos
cuarto al noveno nos ofrecen la oportunidad de “limpiar” nuestro pasado, el
décimo paso sería el medio para mantener un crecimiento espiritual continuado.
Este se hizo nuestro compromiso para una rigurosa honestidad permanente.
CONTINUAMOS
HACIENDO INVENTARIO PERSONAL.
Aquellos de
nosotros que trabajamos el décimo paso descubrimos varias maneras de acercarnos
a la primera porción del mismo. Muchos de nosotros trazamos una hoja de balance
al final de cada día o semana, listando nuestros activos y pasivos.
La forma era
simple, empezamos con lo que hicimos bien. Tal vez apoyamos nuestro propio
sentido de valores al aceptar graciosamente un cumplido o pidiendo ayuda cuando
la necesitamos. Si nosotros dejamos algún tiempo
aparte para nosotros, solo para divertirnos o si evitamos dar un consejo no
solicitado, lo apuntamos en nuestra
columna de “activos”.
Cuando
hicimos la lista de pasivos, tuvimos cuidado de examinar nuestros motivos en
cada acto o evento que anotamos. ¿Estábamos actuando a causa del miedo,
vergüenza, o dolor? O tal vez descubrimos algún defecto de carácter, alguno
nuevo.
Hubo tiempos
en que experimentamos confusión acerca de algo en nuestra hoja de balance.
Cuando eso ocurrió, lo consultamos con nuestro padrino o algún otro amigo de
CoDA.
Algunos de
nosotros encontramos que el método de “verificar en el momento” podía ser de
asistencia adicional. Utilizamos esto de diferentes maneras. Si llegamos a
darnos cuenta de que estábamos cargando un miedo o un resentimiento,
frecuentemente no quisimos esperar hasta que nuestro inventario regular tocara
en tiempo para atender a ello. Tomarnos algo de tiempo en calma, tan pronto
como era posible, para arreglar el incidentemenfocando la
atención en nuestra propia responsabilidad, en nuestras propias reacciones y en
nuestros propios sentimientos.
Algunas
veces encontramos que podíamos usar este inventario de “verificar en el
momento” en el medio de una situación
difícil, escogiendo mentalmente una respuesta más sana de lo que el defecto de
carácter hubiera permitido.
Hubo momentos
en que nos estábamos sintiendo importunados por sentimientos de miedo, ira,
dolor o vergüenza, sin una explicación clara. Durante estas situaciones
nosotros pusimos los tres primeros pasos en
acción;
reconocimos nuestra impotencia sobre esta condición y afirmamos nuestra
creencia en que el poder de Dios nos traería un equilibrio. Entonces le pedimos
a nuestro Poder Superior que nos revelara lo que necesitábamos saber acerca de
la situación. Usualmente la respuesta vino y pudimos tomar cualquier acción que
pensamos que podía ser apropiada. Si pareciera venir lentamente, pedíamos
paciencia y fe.
… Y SI
NOS EQUIVOCÁBAMOS INMEDIATAMENTE LO ADMITÍAMOS.
El décimo
paso parecía sugerir que habíamos hecho algún progreso, que habíamos llegado a
ser capaces de manejar nuestras vidas con más madurez, más de lo que habíamos
creído posible. “cuando nos equivocamos”, nos recuerda que
no todas las situaciones desagradables eran nuestra falta.
Sugería que
podíamos cultivar la disposición de admitir nuestras equivocaciones cuando la
falta era nuestra y también podíamos cultivar el valor para fijar límites
cuando la falta pertenecía a otro.
Esta acción
no vino con facilidad. Muchas veces buscamos excusas por nuestro
comportamiento. En un intento de racionalizar o justificar nuestras acciones y
motivos reconvirtieron en una defensa en contra de enfrentar la vergüenza
que temíamos que nos haría aparecer como menos perfectos. “¡Yo no puedo por
ningún motivo reconocer ante esa persona mis equivocaciones! ¡Eso me haría aparecer
como un tonto”
Cuando
volvimos a nuestros viejos patrones de codependencia fuimos animados a ser
gentiles con nosotros mismos.
Las
disciplinas que estábamos aprendiendo no eran fáciles y nuestras viejas
habilidades de sobrevivencia eran difíciles de dejar atrás. Podíamos
confortarnos a nosotros mismos con el conocimiento de que nuestra meta era
“PROGRESO, NO PERFECCIÓN”.
Para muchos
de nosotros admitir inmediatamente nuestras faltas parecía casi imposible.
Cuando trabajamos los pasos octavo y noveno, tomamos el tiempo que sentíamos
que necesitábamos para hacer una lista cuidadosa de aquellos con los que íbamos
a hacer reparaciones. Con el fin de ganar alguna confianza, frecuentemente
escogimos hacer reparaciones primero a la persona con la que nos sentíamos más
seguros. Y las reparaciones más difíciles las programamos para después.
Habiendo
terminado el noveno paso, nos encontramos a nosotros mismos con un reto aún más
grande, encarar y admitir
nuestras faltas de una manera oportuna en el momento en que se presentan.
Ya era
suficientemente difícil reconocer nuestras faltas a otra persona sin
vacilación, ¿pero qué había acerca de inmediatamente hacer reparaciones a
nosotros mismos? ¿Cómo podíamos lograr mejor esta parte del décimo paso? Muchos
de nosotros encontramos esa, una sugerencia difícil de recordar, mucho menos
ponerla en acción.
Aprendimos a
través de ensayo y error primero a admitir que no éramos todavía expertos en
apoyarnos y en nutrirnos a nosotros mismos.
Muchos de
nosotros necesitamos más práctica en definir y en aceptar nuestros límites.
Para algunos de nosotros el simple hecho de dejar de reñirnos por cualquier
error real o imaginario, grande o chico, sería una “reparación a nosotros
mismos” muy grande.
En CoDA
aprendimos a contra atacar nuestro propio auto abuso interiorizándonos,
hablándonos a nosotros mismos con bondad. Por ejemplo, cuando nos notamos
rumiando sobre nuestra imaginada falta de progreso en el programa,
reflexionamos en lo que estábamos pensando, sintiendo y haciendo en el día de
nuestra primera junta. Tal vez SI habíamos hecho algún progreso después de
todo. Cuando nosotros reñíamos con nosotros mismos por no manejar las
situaciones de una manera más efectiva, buscamos las maneras de dejar de
atacarnos. Algunos pidieron a su Poder Superior que removiera el pensamiento
negativo. Otros se pusieron a sí mismos límites de tiempo “ya has reñido
contigo mismo durante cinco minutos completos, el tiempo se acabó por hoy ”.
Otro método
que encontramos valioso en este proceso de “hacemos reparaciones” fue planear
algo divertido. Tanta de nuestra vida había sido gastada en atender a otras
personas, controlar a otros, que nuestros propios seres
infantiles habían sido ignorados. Aun durante la recuperación, muchos de
nosotros, con temor a la espontaneidad,
manteníamos una actitud seria.
El décimo
paso nos ofrecía una oportunidad para cambiar eso también.
Podíamos
jugar en un juego de columpios, pararnos de cabeza, o hacernos caras al espejo.
Sintiéndonos un poco incómodos ante la perspectiva de jugar, muchos de nosotros
descubrimos que teníamos qué hacer un compromiso de divertirnos y de compartir
esa diversión con otros. Nosotros hicimos esto para asegurarnos que realmente
llegaría a
la acción. En lugar de pensar acerca de hacerlo.
Los
resultados que obtuvimos al trabajar los doce pasos nunca dejaron de
sorprendernos. En esos momentos en que el miedo, vergüenza y autocriticismo
cesaron, descubrimos la libertad de nuestra recién encontrada vulnerabilidad.
La vida tomó la expectativa de una gozosa y excitante aventura.
En este
momento, yo vivo mi vida en una nueva manera. Mientras continuo abriendo mi
corazón y mi mente, poco a poco, un día a la vez, yo revelo mi propia persona,
reparo mis relaciones y toco a Dios.
Habiendo
hecho el compromiso de hacer conciencia de nuestras acciones y de enderezar
inmediatamente cualquier nueva transgresión, estuvimos listos para trabajar el
undécimo paso.