lunes, 30 de septiembre de 2013

DISCULPAS. EL LENGUAJE DEL ADIOS. CODA. 19 DE SEPTIEMBRE

A veces actuamos de una manera que nos deja incómodos. Eso es humano. Por eso tenemos las palabras: “Lo siento”. Curan y
cierran la brecha. Pero no tenemos por qué decir “lo siento”si no hemos hecho nada mal. Una sensación de vergüenza puede llevarnos a disculparnos de todo lo que hacemos, de cada palabra que decimos, por estar vivos y ser como somos.
No tenemos por qué pedir disculpas por cuidar de nosotros mismos, por manejar nuestros sentimientos, por fijar límites, por divertirnos o porque nos estamos curando.

No tenemos que cambiar nunca de rumbo, si éste es el que más nos conviene, pero a veces una disculpa general reconoce otros sentimientos y puede ser útil cuando no están claras las cosas en una relación. Podemos decir: “Siento mucho el pleito que tuvimos. Siento mucho que te haya lastimado con lo que tuve que hacer para cuidarme a mí mismo; no tenía la intención de que así fuera. Una vez que pedimos una disculpa, no tenemos que seguir repitiendo. Si alguien quiere seguirnos sacando una disculpa por el mismo incidente, eso es asunto de esa persona y no tenemos porque dejarnos enganchar. Podemos aprender a tomar seriamente nuestras disculpas y no darlas cuando no sean válidas. Cuando nos sintamos bien con nosotros mismos, sabremos cuando es momento de decir que lo sentimos y cuando no. Hoy trataré de ser claro y sano en mis disculpas, asumiendo la responsabilidad por mis acciones y por las de nadie más. Dios mío, ayúdame a averiguar de qué es de lo que necesito disculparme y que no es responsabilidad mía.

domingo, 29 de septiembre de 2013

DUODÉCIMO PASO DE CODEPENDIENTES ANÓNIMOS. CODA.

DUODÉCIMO PASO.
“HABIENDO OBTENIDO UN DESPERTAR ESPIRITUAL COMO RESULTADO DE ESTOS PASOS, TRATAMOS DE LLEVAR ESTE MENSAJE A OTROS CODEPENDIENTES, Y DE PRACTICAR ESTOS PRINCIPIOS EN TODOS NUESTROS ASUNTOS”.

Se ha dicho que la espiritualidad es encontrar tu propio camino hacia DIOS. En Codependientes Anónimos, se nos han dado cuatro elementos para utilizar como guía y apoyo en nuestro camino espiritual: un Poder Superior, los doce pasos y las doce tradiciones, y la comunidad de CoDA.
Fue la comunidad CoDA la que primero atrajo a muchos de nosotros a nuestro programa de recuperación. Lo que descubrimos fue a un grupo de gente que estaba aprendiendo a aceptar a todo el mundo como eran, quienes estaban
interesados en apoyarse uno al otro durante los buenos y los malos tiempos, y quienes animaban a sus compañeros a mejorar sus vidas. Al beneficiarnos nosotros mismos en esta hermandad, así en las juntas como uno a uno, aprendimos como otros habían practicado el programa de CoDA: utilizamos esta información para trabajar cuidadosamente a través de los primeros once pasos y en el proceso empezamos a desarrollar y a redesarrollar nuestro propio entendimiento de DIOS.
Mientras el tiempo pasaba y cada uno de nosotros trabajaba los doce pasos en el orden en que estaban escritos, nosotros descubrimos que habíamos cambiado. Nuestro pensamiento, nuestras acciones y nuestros sentimientos eran diferentes de los que teníamos al comenzar nuestro viaje en CoDA. Aún cuando toda vía había mucho trabajo qué hacer, muchos de nosotros habíamos desarrollado Fe en un Poder Superior, Fe en el proceso de los doce pasos de recuperación, y Fe en la hermandad. Nosotros sabíamos que funcionaba porque habíamos visto los resultados en nosotros mismos y en otros miembros de CoDA: “habiendo tenido un despertar espiritual comoresultado de estos pasos”.
Las primeras palabras de este paso eran frecuentemente dejadas de lado en nuestro empeño de “pasar el mensaje”. Una vez que reflexionamos, sin embargo, pudimos ver que estas palabras describían precisamente la fundación de nuestra recuperación. Llegamos a entender que como resultado de poner a trabajar los doce pasos en nuestras vidas, nos habíamos transformado – y que sin que importara lo que creíamos de nosotros mismos, mientras pusiéramos estos pasos en acción, el resultado sería nuestro despertar espiritual.
Antes de que pudiéramos compartir esta información con los demás, muchos de nosotros teníamos que hacernos algunas preguntas importantes: ¿Qué es un “Despertar Espiritual”?., ¿Cómo puedo saber si he tenido uno?
Mientras trabajábamos los tres primeros pasos, muchos de nosotros empezamos a darnos cuenta que nuestro Poder Superior era alcanzable y amoroso. Descubrimos que este Poder Superior podía hacer por nosotros cosas que nosotros no podíamos hacer por nosotros mismos. Una simple Oración: “Hoy yo dejo mi vida y mi voluntad en tus manos”.
Frecuentemente aliviaba nuestra ansiedad. El hecho de que un problema insoluble también pudiera tener solución, usualmente en formas que no hubiéramos imaginado, aumentaba nuestra Fe en DIOS y en el proceso de los doce pasos. Aún con muchos años de experiencia, muchos de nosotros seguíamos azorados con este fenómeno. Muchos consideraban esta simple y profunda experiencia el principio de un despertar espiritual.
Los pasos cuarto al noveno nos presentaban con nosotros mismos. Salimos de nuestros escondites y compartimos secretos incómodos con otra persona. Hicimos nuestro juego de piernas, cuando llegamos a los pasos sexto y séptimo, frecuentemente sin saber qué podíamos esperar. Pudimos haber agonizado a través de los pasos octavo y noveno, preguntándonos como era posible que pudiéramos enfrentar algunas de las personas que habíamos dañado. Cuando llegó el momento de hacernos reparaciones a nosotros mismos, muchos de nosotros tomamos la acción, aún cuando lo encontramos un poco extraño e incómodo.
Nosotros completamos los nueve primeros pasos y mientras que muchos de nosotros no vimos cambios espectaculares, si notamos sutiles diferencias en nuestro pensamiento y en nuestro comportamiento. Para muchos el cambio fue una actitud más tolerante y relajada acerca de la vida en general. Frecuentemente nos divertíamos más, aún cuando no lo habíamos planeado. Pequeñas cosas que antes nos molestaban ahora pasaban sin que las notáramos, estábamos menos forzados a dar consejos, perder la calma, sentirnos derrotados, o a retroceder, sentirnos agradecidos y aún sorprendidos por cosas que antes dábamos por hecho, se hizo regla en lugar de la excepción. Muchos de nosotros vimos este tipo de cambio como el proceso de un despertar espiritual.
A través del décimo y undécimo paso, nosotros incorporamos esta nueva manera de vivir en nuestras vidas diarias.
Después de alguna reflexión, nos dimos cuenta de que un despertar espiritual no era algo por lo que esperáramos o alcanzáramos; no era algo con lo que seríamos recompensados si seguíamos las reglas y éramos “buenos”. En este caso un despertar espiritual era el resultado de trabajar los doce pasos en el orden en que ellos estaban presentados. Nada podía ponerse en el camino de esto más que nosotros.

TRATAMOS DE LLEVAR ESTE MENSAJE A OTROS CODEPENDIENTES.
Viviendo este programa, un día a la vez, nosotros nos hicimos el mensaje que esperábamos llevar. Nosotros compartimos nuestra experiencia, fuerza y esperanza con otros codependientes en las juntas de CoDA o cuando nos preguntaban por qué nosotros teníamos Fe en que el proceso de recuperación funcionaba para cualquiera que lo trabajara, no estábamos inclinados a rescatar a nuestros compañeros miembros de CoDA aún cuando nos sintiéramos incómodos con su situación. Ofrecimos apoyo y ánimo, no consejo. Nosotros comprendimos que nuestra manera de trabajar los pasos podría no ser la correcta para todo el mundo. Lo que era importante es que fuera la correcta para nosotros.
Nos estábamos haciendo lo suficientemente humildes para compartir con honestidad en las juntas uno a uno. Cuando sentimos la alegría de nuestros éxitos compartimos esa alegría. Si estábamos experimentando retos difíciles o sentimientos de desanimo, compartimos esas historias también, sabiendo que lo que necesitábamos oír podía venir de cualquiera, frecuentemente alguien más nuevo en el camino que nosotros. Ese era nuestro proceso, lo que hacíamos, más que nuestra personalidad lo que era el mensaje. La manera en que “lo llevábamos” era estando donde pudiéramos compartir con otras personas.

Y DE PRACTICAR ESTOS PRINCIPIOS EN TODOS NUESTROS ASUNTOS.
La frase final de este paso, nos recordaba que no podíamos separar nuestra espiritualidad del resto de nuestras vidas. Los principios incorporados en los doce pasos y las doce tradiciones no eran el dominio privado de los salones de juntas de CoDA. Estos estaban hechos para ser practicados en todos nuestros asuntos.
Mientras nosotros incrementamos nuestra dedicación a los pasos décimo y undécimo, poco a poco “practicando estos principios en todos nuestros asuntos” se hizo más natural. Nuestra meta era vivir de esta manera con todos, haciendo un esfuerzo especial en las relaciones que encontramos problemáticas. Cuando nos equivocamos en cualquier área de nuestras vidas nos recordábamos que este era un programa basado en el progreso, no en la perfección.
Llegamos a considerar el programa CoDA como un regalo precioso porque nuestras vidas se habían mejorado tan
notablemente por seguir estos principios. Compartir este regalo especial con otros era la manera en que podíamos dar gracias al poder que nos había llevado a ello. Y haciendo esto, hemos continuado recibiendo el pago al mil por uno.
En este momento yo doy gracias por mi despertar espiritual.
En este momento yo escojo vivir todos los principios de este simple programa. Yo sé que toda la sabiduría trabajando a través de mí, tocará todo y yo conoceré el amor y comprensión de DIOS. Yo estoy en paz.

Habiendo practicado cada uno de los doce pasos de CODPENDIENTES ANÓNIMOS en orden, estuvimos dispuestos a compartir con otros CODEPENDIENTES. Por esto y por el continuo compromiso a trabajar estos pasos, nosotros estamos agradecidos.


sábado, 28 de septiembre de 2013

UNDÉCIMO PASO DE CODEPENDIENTES ANÓNIMOS. CODA.

UNDÉCIMO PASO.
“BUSCAMOS A TRAVÉS DE LA ORACIÓN Y LA MEDITACIÓN EL MODO DE MEJORAR NUESTRO CONTACTO CONSCIENTE CON DIOS, COMO
NOSOTROS LO ENTENDAMOS, ORANDO SOLO PARA CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS PARA NOSOTROS Y EL PODER PARA SEGUIRLA”.
En el tercer paso hicimos la decisión de dejar nuestra voluntad y nuestras vidas al cuidado de nuestro Poder Superior, al estar trabajando en el undécimo paso, nos abrimos a la nutritiva luz que el contacto consciente con DIOS nos da. Cuando estuvimos listos, nuestra vida diaria y nuestras relaciones podían reflejar la paz y la serenidad que vendría a nosotros de nuestro contacto consciente con DIOS.
Este paso nos invita a profundizar y a ampliar nuestro compromiso espiritual hecho en el tercer paso. También sugiere que nos beneficiemos de la oportunidad de crecer en nuestro entendimiento íntimo de nuestro Poder Superior y a aprender lo que la voluntad de DIOS para nosotros sea realmente.
Cuando por primera vez consideramos este paso, algunos de nosotros nos preguntábamos ¿qué no hemos ya aprendido a utilizar diariamente la meditación y la oración?, ¿qué no hemos ya descubierto a un poder
superior?, “Yo pienso que yo he trabajado ya en el paso once durante un tiempo. La falla en este razonamiento se hizo obvia cuando notamos que la oración y la meditación tenían su propio paso por separado, después de nuestra completa limpieza interior en los pasos cuarto al noveno. A través de un entendimiento más profundo del undécimo paso descubrimos que necesitábamos tomarnos un tiempo, diaria y regularmente para la reflexión espiritual. Era un método que podíamos usar para hacernos conscientes de la voluntad de DIOS para con nosotros y los medios para encontrar la fuerza para llevarla a cabo.
Trabajando el paso once nos fue dada otra suspensión temporal de nuestros pensamientos y comportamientos codependientes.
Aprendimos la diferencia entre lo que nuestra voluntad podía ser para nosotros, lo que pensamos que la voluntad de otros para nosotros podría ser, y la voluntad de DIOS. Se nos fue recordando que nuestro poder superior no éramos nosotros mismos o alguna otra persona, lugar o cosa. Nuestras vidas se simplificaron. La pregunta que faltaba para nosotros era ¿estoy dispuesto a orar sólo para conocer la voluntad de DIOS hacia mí, durante esos momentos en que quiero tanto hacer mi voluntad? Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con DIOS tal como cada uno de nosotros lo entendemos.
Al principio, algunos de nosotros necesitábamos dirección. No teníamos claro en donde terminaba la oración y daba principio la meditación.
Nos fue explicado que orar era hablar con DIOS. Meditar era escuchar la dirección de DIOS.
El como escogimos meditar y orar sería una decisión individual.
Porque nuestro contacto consciente con DIOS mejoraría constantemente, nuestros métodos podrían cambiar según crecíamos espiritualmente. Algunos pueden preferir meditar solos. Otros prefirieron compartir este tiempo con un ser amado o con un grupo, hubo algunos de nosotros que combinamos ambos.
Si no teníamos experiencia con oración y meditación, se sugirió que utilizáramos la oración de la serenidad. Podíamos tomar algún tiempo en calma y leer y releer la oración lentamente, permitiendo el significado de cada frase que fuese revelado. Esta sería nuestra preparación, la manera en que podríamos traer nuestra
oración hacia el asunto en cuestión.
Siguiendo eso, nos fue sugerido que pidiéramos a Dios que vaciara nuestras mentas de todo el ruido y cuchicheo. Algunos de nosotros enfocaríamos nuestra atención en solo una parte de la oración o en alguna imagen que la oración evocara en nuestras mentes. Otros pusieron atención en la quietud de ellos mismos. Cada uno de nosotros descubrió su propia manera de meditar.
Orando solo para conocer la voluntad de DIOS para nosotros y el poder para llevarla a cabo.
Completamos el undécimo paso atendiendo la última frase del paso.
Algunos de nosotros indagamos este pedido con una pregunta: DIOS ¿Cuál es tu voluntad para mi? Nosotros claramente reconocimos que la que nosotros estábamos buscando NO era la oportunidad de hacer NUESTRA PROPIA voluntad. Sino, más bien preguntamos sólo una cosa, el conocer la voluntad de DIOS para nosotros y el poder para cumplirla. Esta sería nuestra oración.
Mientras enfocamos nuestra atención en esta parte del onceavo paso una pregunta surgió “¿Cómo saber cuál es la voluntad de DIOS hacia mí?”, esto era algo que muchos de nosotros habíamos reflexionado. Se hizo una inquietud especial para nosotros cuando teníamos una decisión qué hacer.
Había muchas opiniones. “La voluntad de DIOS para mi es que yo sea feliz, alegre, libre”. “La voluntad de DIOS para mi es que yo trabaje en los doce pasos de recuperación de mi deshabilidad”. “La voluntad de DIOS para mi es que yo tenga este trabajo, esta relación, este carro, esta experiencia”.
Lo que aprendimos era que no necesariamente la decisión para uno era la decisión para todos. Y más importante, nos dimos cuenta que ninguna otra persona podía responder a esta pregunta por nosotros. Era nuestro asunto descubrirlo.
Mientras continuábamos meditando y orando, haciendo esto una parte importante de nuestra experiencia diaria, nuestro sendero nos fue revelado.
Tal vez no lo fue en una experiencia dramática. Rara vez era algún miembro de CoDA sorprendido por un repentino “relámpago espiritual”. De hecho “El Mensaje” venía muy recientemente en las formas menos esperadas por nosotros.
Algunos de nosotros encontramos que la voluntad de DIOS era la manera en que vivíamos nuestras vidas cuando estábamos en contacto consciente con nuestro Poder Superior. Frecuentemente experimentábamos esto como la capacidad, paso a paso, de escoger relaciones más sanas.
Pudimos haber experimentado la voluntad de DIOS como una habilidad para aceptar todo lo bueno que viniera en nuestro camino. Aun hubo entre nosotros aquellos que estaban aprendiendo a aclarar la diferencia entre conocerse a sí mismo y obsesionarse de sí mismo, creyendo que este nuevo entendimiento es la voluntad de DIOS. En muchos casos encontramos que nuestras vidas solo se hicieron más fáciles de vivir, aun cuando las situaciones en que nos encontrábamos eran difícil es o confusas.
Algunos de nosotros en nuestra codependencia creíamos que podíamos utilizar el paso once para orar por alguna otra persona en nuestras vidas. Talvez queríamos “ayudar” o “cambiar” a esta persona para que se
ajustara a nuestras propias necesidades, creyendo que nosotros sabíamos que era lo mejor para el o para ella. En otros casos habíamos aprendido a orar por alguien a quien teníamos resentimientos, como la manera en que ese resentimiento sería removido. En este punto, había dos importantes preguntas que necesitábamos hacernos:
1. “¿Acaso esta persona pidió mi ayuda?”
2. “¿Qué tiene que ver esto con la voluntad de DIOS para mi? ”
Algunos de nosotros nos sentimos incómodos con estas preguntas, queriendo saber que posible daño podía haber en orar para otros, pronto descubrimos que el propósito de esta introspección era decidir si estábamos utilizando la energía de la oración de una manera codependiente, entrometiéndonos en lugar de orando.
Descubrimos que una manera más efectiva de orar por otros sería dejar ir y pedir a DIOS que se haga cargo de nosotros. Nosotros no necesitábamos especificar cuál debería ser el resultado para la otra persona. Más bien, podíamos escoger el pensar de los demás con amor y gratitud mientras los liberábamos en el cuidado de su poder superior.
En el caso de un resentimiento muy arraigado, fuimos guiados otra vez al paso siete, al pedir a DIOS que removiera este defecto de carácter, (NUESTRO RESENTIMIENTO), estaríamos enfocando otra vez la atención hacia nosotros, donde debía estar.
Justo como cada uno de nosotros tuvo que hacer NUESTRO PROPIO inventario, que pedimos que NUESTROS PROPIOS defectos de carácter fueron removidos y hacer NUESTRAS PROPIAS reparaciones, así nosotros aprendimos que el propósito del UNDÉCIMO PASO sugería que mejoráramos NUESTRA PROPIA unión con DIOS.
Esta sana atención a NUESTRO PROPIO progreso espiritual fue la piedra angular del conocimiento de la voluntad de DIOS para con nosotros y de la fortaleza para llevarla a cabo. Y desde aquí, estuvimos dispuestos a
“llevar el mensaje” a otros codependientes que aún estaban sufriendo.
En este momento yo aquieto mis pensamientos y abro mi mente y mi corazón a la guía de DIOS para mí. En este momento, la gentil paz que el contacto consciente con DIOS permite. Si estoy confuso y en duda, o alegre y sereno, volteo a DIOS, yo sé que mi sendero me será revelado y el camino hacia mi mejor bien será conocido.

Habiendo empezado el proceso de mejorar nuestro contacto consciente con nuestro poder superior, estuvimos listos para movernos al DUODÉCIMO PASO del programa de CoDA.

viernes, 27 de septiembre de 2013

DÉCIMO PASO DE CODEPENDIENTES ANÓNIMOS. CODA.

DÉCIMO PASO.
“CONTINUAMOS HACIENDO NUESTRO INVENTARIO PERSONAL Y CUANDO NOS EQUIVOCAMOS INMEDIATAMENTE LO ADMITIMOS”.
Para el momento en que nos acercamos al décimo paso muchos de nosotros sentimos una sensación de logro. Habíamos empezado a desarrollar una relación con nuestro Poder Superior que podíamos entender. Habíamos aprendido mucho acerca de nuestra propia responsabilidad en nuestros problemas pasados. Nosotros descubrimos que podíamos compartir nuestros secretos más íntimos con otra persona. Y habíamos hecho algunas reparaciones, una acción que no habíamos imaginado como posible antes de empezar nuestra experiencia con los doce pasos. Estábamos agradecidos, aliviados, y sobre todo animados. Tal vez ahora, después de todo este trabajo, nuestras vidas realmente habrían de mejorar.
Fue entonces que nos dirigimos en dirección del décimo paso. Algunos de nosotros nos sentimos abrumados con el pensamiento de hacer el compromiso de un inventario continuo y con reparaciones y pudimos habernos atascado en el miedo y la negación, eliminando este paso sin siquiera habernos dado cuenta de ello. Aprendimos que lo que nosotros necesitábamos era algo de tiempo para reflexionar acerca de nuestro progreso espiritual y emocional en Codependientes Anónimos.
En el principio de nuestro tiempo en CoDA, muchos de nosotros nos habíamos sentido solos, confundidos, y aún avergonzados, preguntándonos por qué necesitábamos un programa si todo lo que queríamos era ayudar a otros, poder “manejar el espectáculo”, o pasar desapercibidos y perdernos en el fondo. Para muchos de nosotros el dolor que íbamos cargando era abrumador. Frecuentemente nos sentíamos desesperanzados con pocas posibilidades de escapar o renovarnos. Fue esta manera de pensar lo que nos embarco con el primer paso. Según el tiempo pasaba y trabajábamos los pasos nuestro acercamiento hacia el vivir cambió.
El mensaje en el décimo paso se hizo claro ¿Porqué detenernos ahora? Teníamos pruebas en lo personal de que el cambio era posible, no solo PARA aquellos que habían pasado antes que nosotros, para nosotros también. Justo como los pasos cuarto al noveno nos ofrecen la oportunidad de “limpiar” nuestro pasado, el décimo paso sería el medio para mantener un crecimiento espiritual continuado. Este se hizo nuestro compromiso para una rigurosa honestidad permanente.

CONTINUAMOS HACIENDO INVENTARIO PERSONAL.
Aquellos de nosotros que trabajamos el décimo paso descubrimos varias maneras de acercarnos a la primera porción del mismo. Muchos de nosotros trazamos una hoja de balance al final de cada día o semana, listando nuestros activos y pasivos.
La forma era simple, empezamos con lo que hicimos bien. Tal vez apoyamos nuestro propio sentido de valores al aceptar graciosamente un cumplido o pidiendo ayuda cuando la necesitamos. Si nosotros dejamos algún tiempo aparte para nosotros, solo para divertirnos o si evitamos dar un consejo no solicitado, lo apuntamos en nuestra columna de “activos”.
Cuando hicimos la lista de pasivos, tuvimos cuidado de examinar nuestros motivos en cada acto o evento que anotamos. ¿Estábamos actuando a causa del miedo, vergüenza, o dolor? O tal vez descubrimos algún defecto de carácter, alguno nuevo.
Hubo tiempos en que experimentamos confusión acerca de algo en nuestra hoja de balance. Cuando eso ocurrió, lo consultamos con nuestro padrino o algún otro amigo de CoDA.
Algunos de nosotros encontramos que el método de “verificar en el momento” podía ser de asistencia adicional. Utilizamos esto de diferentes maneras. Si llegamos a darnos cuenta de que estábamos cargando un miedo o un resentimiento, frecuentemente no quisimos esperar hasta que nuestro inventario regular tocara en tiempo para atender a ello. Tomarnos algo de tiempo en calma, tan pronto como era posible, para arreglar el incidentemenfocando la atención en nuestra propia responsabilidad, en nuestras propias reacciones y en nuestros propios sentimientos.
Algunas veces encontramos que podíamos usar este inventario de “verificar en el momento” en el medio de una situación difícil, escogiendo mentalmente una respuesta más sana de lo que el defecto de carácter hubiera permitido.
Hubo momentos en que nos estábamos sintiendo importunados por sentimientos de miedo, ira, dolor o vergüenza, sin una explicación clara. Durante estas situaciones nosotros pusimos los tres primeros pasos en
acción; reconocimos nuestra impotencia sobre esta condición y afirmamos nuestra creencia en que el poder de Dios nos traería un equilibrio. Entonces le pedimos a nuestro Poder Superior que nos revelara lo que necesitábamos saber acerca de la situación. Usualmente la respuesta vino y pudimos tomar cualquier acción que pensamos que podía ser apropiada. Si pareciera venir lentamente, pedíamos paciencia y fe.

… Y SI NOS EQUIVOCÁBAMOS INMEDIATAMENTE LO ADMITÍAMOS.

El décimo paso parecía sugerir que habíamos hecho algún progreso, que habíamos llegado a ser capaces de manejar nuestras vidas con más madurez, más de lo que habíamos creído posible. “cuando nos equivocamos”, nos recuerda que no todas las situaciones desagradables eran nuestra falta.
Sugería que podíamos cultivar la disposición de admitir nuestras equivocaciones cuando la falta era nuestra y también podíamos cultivar el valor para fijar límites cuando la falta pertenecía a otro.
Esta acción no vino con facilidad. Muchas veces buscamos excusas por nuestro comportamiento. En un intento de racionalizar o justificar nuestras acciones y motivos reconvirtieron en una defensa en contra de enfrentar la vergüenza que temíamos que nos haría aparecer como menos perfectos. “¡Yo no puedo por ningún motivo reconocer ante esa persona mis equivocaciones! ¡Eso me haría aparecer como un tonto”
Cuando volvimos a nuestros viejos patrones de codependencia fuimos animados a ser gentiles con nosotros mismos.
Las disciplinas que estábamos aprendiendo no eran fáciles y nuestras viejas habilidades de sobrevivencia eran difíciles de dejar atrás. Podíamos confortarnos a nosotros mismos con el conocimiento de que nuestra meta era “PROGRESO, NO PERFECCIÓN”.
Para muchos de nosotros admitir inmediatamente nuestras faltas parecía casi imposible. Cuando trabajamos los pasos octavo y noveno, tomamos el tiempo que sentíamos que necesitábamos para hacer una lista cuidadosa de aquellos con los que íbamos a hacer reparaciones. Con el fin de ganar alguna confianza, frecuentemente escogimos hacer reparaciones primero a la persona con la que nos sentíamos más seguros. Y las reparaciones más difíciles las programamos para después.
Habiendo terminado el noveno paso, nos encontramos a nosotros mismos con un reto aún más grande, encarar y admitir nuestras faltas de una manera oportuna en el momento en que se presentan.
Ya era suficientemente difícil reconocer nuestras faltas a otra persona sin vacilación, ¿pero qué había acerca de inmediatamente hacer reparaciones a nosotros mismos? ¿Cómo podíamos lograr mejor esta parte del décimo paso? Muchos de nosotros encontramos esa, una sugerencia difícil de recordar, mucho menos ponerla en acción.
Aprendimos a través de ensayo y error primero a admitir que no éramos todavía expertos en apoyarnos y en nutrirnos a nosotros mismos.
Muchos de nosotros necesitamos más práctica en definir y en aceptar nuestros límites. Para algunos de nosotros el simple hecho de dejar de reñirnos por cualquier error real o imaginario, grande o chico, sería una “reparación a nosotros mismos” muy grande.
En CoDA aprendimos a contra atacar nuestro propio auto abuso interiorizándonos, hablándonos a nosotros mismos con bondad. Por ejemplo, cuando nos notamos rumiando sobre nuestra imaginada falta de progreso en el programa, reflexionamos en lo que estábamos pensando, sintiendo y haciendo en el día de nuestra primera junta. Tal vez SI habíamos hecho algún progreso después de todo. Cuando nosotros reñíamos con nosotros mismos por no manejar las situaciones de una manera más efectiva, buscamos las maneras de dejar de atacarnos. Algunos pidieron a su Poder Superior que removiera el pensamiento negativo. Otros se pusieron a sí mismos límites de tiempo “ya has reñido contigo mismo durante cinco minutos completos, el tiempo se acabó por hoy ”.
Otro método que encontramos valioso en este proceso de “hacemos reparaciones” fue planear algo divertido. Tanta de nuestra vida había sido gastada en atender a otras personas, controlar a otros, que nuestros propios seres infantiles habían sido ignorados. Aun durante la recuperación, muchos de nosotros, con temor a la espontaneidad, manteníamos una actitud seria.
El décimo paso nos ofrecía una oportunidad para cambiar eso también.
Podíamos jugar en un juego de columpios, pararnos de cabeza, o hacernos caras al espejo. Sintiéndonos un poco incómodos ante la perspectiva de jugar, muchos de nosotros descubrimos que teníamos qué hacer un compromiso de divertirnos y de compartir esa diversión con otros. Nosotros hicimos esto para asegurarnos que realmente
llegaría a la acción. En lugar de pensar acerca de hacerlo.
Los resultados que obtuvimos al trabajar los doce pasos nunca dejaron de sorprendernos. En esos momentos en que el miedo, vergüenza y autocriticismo cesaron, descubrimos la libertad de nuestra recién encontrada vulnerabilidad. La vida tomó la expectativa de una gozosa y excitante aventura.
En este momento, yo vivo mi vida en una nueva manera. Mientras continuo abriendo mi corazón y mi mente, poco a poco, un día a la vez, yo revelo mi propia persona, reparo mis relaciones y toco a Dios.


Habiendo hecho el compromiso de hacer conciencia de nuestras acciones y de enderezar inmediatamente cualquier nueva transgresión, estuvimos listos para trabajar el undécimo paso.

jueves, 26 de septiembre de 2013

NOVENO PASO DE CODEPENDIENTES ANÓNIMOS. CODA.

NOVENO PASO.
“REPARAMOS DIRECTAMENTE A LAS PERSONAS QUE OFENDIMOS CUANDO FUE POSIBLE EXCEPTO CUANDO AL HACERLO PUDIÉRAMOS LASTIMAR A ELLOS MISMOS O A OTRAS PERSONAS”.
Para muchos de nosotros en Codependientes Anónimos nuestro rol más cómodo había sido de víctima. Habíamos esperado muchos años a que alguien cualquiera nos hiciera reparación es a nosotros .
El noveno paso nos trajo al momento de la verdad, nos pedía que hiciéramos esa acción particular NOSOTROS.
El como trabajamos este paso se convirtió en la medida de nuestra recuperación. Las llaves para nuestro éxito reconvirtió en la medida de nuestra recuperación. Las llaves para nuestro éxito serían sensibilidad, buen juicio y valor. Aún así, las palabras “Poder Superior” no eran mencionadas en el noveno paso, muchos sentimos que éste era el momento para buscar la guía espiritual.

EN DONDE FUE POSIBLE … HICIMOS REPARACIONES DIRECTAS.
Por ser nuestro nombre el primero de la lista de reparaciones, cada uno de nosotros tuvo la oportunidad de practicar esta importante tarea consigo mismo antes de hacer reparaciones a otras personas.
La pregunta que nos hicimos ante esto fue ¿Cómo me gustaría a mí que repararan los daños que sufrí? ¿Cómo un simple “lo siento” sería suficiente? La respuesta fue NO.
Lo que la mayoría de nosotros queríamos a manera de reparación es que la otra persona reconociera su parte en habernos dañado. También ¿ queríamos que nuestros sentimientos y percepción del incidente fuera reconocida. Y si habíamos de continuar la relación con esa persona, queríamos que en adelante se comportaran de manera diferente con nosotros.
Si eso es lo que queríamos de los demás ¿podíamos pedir menos de nosotros mismos?
Y así llegamos a un método para hacer reparaciones – el reconocer y hacernos responsables de nuestro comportamiento dañino y reconocer los sentimientos de la otra persona en el asunto y seguir a ello con un
cambio en nuestro propio comportamiento.
Estas reparaciones deberán ser hechas en persona dentro de lo posible, de otro modo, se nos sugirió ponerlas por escrito.
Si no fuéramos capaces de encontrar a alguien a quien reparar daños, nos fue recomendado que permaneciéramos deseosos hasta el tiempo en que esa persona fuera encontrada. En el caso de deber reparaciones a alguna persona que ya hubiera muerto, uno de nuestros padres, tal vez, descubrimos que el hacer un servicio a alguna persona en circunstancias similares, era una buena alternativa.

EXCEPTO CUANDO AL HACERLO PUDIÉRAMOS PERJUDICAR A ELLOS MISMOS O A OTROS.
Observamos esta declaración de diferentes maneras, y nos incluimos a nosotros mismos en la palabra OTROS.
No podíamos permitirnos el entrar en esta reparación de daños con las expectativas de aquellos en quienes recaímos la reparación. Al hacerlo nos podíamos lastimar a nosotros mismos con la decepción y posiblemente con el resentimiento.
Otro LUJO que no nos pudimos dar es el miedo a ser recriminados. Si nosotros todavía dábamos a los demás el poder de lastimarnos con sus reacciones, el resultado sería seguramente de prejuicio para nosotros.
Algunos de nosotros vimos que hacer ciertas reparaciones podía resultar en la pérdida de nuestro trabajo o posiblemente en caer preso.
Nosotros teníamos familiares u otras personas que dependían de nosotros y que podían salir lastimados si tomábamos esa acción. O tal vez lo que percibíamos como consecuencias horribles para nosotros que podrían venir como resultado de hacer reparaciones directas. En todos estos casos nos fue sugerido discutir esas reparaciones con nuestro padrino, algún amigo de confianza en CoDA, o con nuestro consejero espiritual.
Tal vez nuestras reparaciones crearían “una lata de gusanos” donde nosotros pensamos que no la había. Con frecuencia este tipo de reparaciones involucraba promiscuidad, adulterio o abuso sexual. Revelar nuestras malas acciones podría causar daños graves o vergüenza en otras personas. Otra vez, fuimos dirigidos a discutir estas dificultades con algún amigo(a) o nuestro padrino. Algunas veces en estos casos nuestro cambio de comportamiento, seguido de alguna forma de servicio apropiado fue la mejor reparación posible. Frecuentemente, descubrimos que nuestros miedos eran exagerados y que una reparación directa era la mejor manera para todos los interesados de acercarnos a este asunto.
En este momento, yo confío en mi Poder Superior para que me guíe en hacer reparaciones honestas y sinceras. En este momento, yo experimento mi gratitud para Codependientes Anónimos y los doce pasos de recuperación conociendo que como yo estoy dispuesto a vivir este programa, compartir la hermandad, y caminar con Dios, yo soy libre.


Habiendo completado nuestro trabajo en el noveno paso hasta lo mejor de nuestras posibilidades, nos sentimos preparados para seguir moviéndonos hacia los pasos finales del programa de CoDA.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

OCTAVO PASO DE CODEPENDIENTES ANÓNIMOS. CODA.

OCTAVO PASO.
“HICIMOS UNA LISTA DE TODAS LAS PERSONAS A QUIENES HABÍAMOS OFENDIDO Y ESTUVIMOS DISPUESTOS A REPARAR EL DAÑO QUE LES CAUSAMOS”.

El paso ocho es el principio de la reparación de nuestras relaciones, tanto con nosotros mismos como con los demás. Nos va preparando para animarnos a salir de la relativa seguridad de la comunidad CoDA.
Empezaremos a interactuar con los demás de una manera nueva.
Las reparaciones que este paso nos prepara para hacer, no son simplemente para pedir disculpas, como algunos de nosotros pensamos. Mas bien las reparaciones que pide este paso incluyen cambios en nuestro comportamiento.
Estas reparaciones no deberían ser hechas hasta que estemos dispuestos a enfrentar a cada persona que hubiéramos dañado y reconocer nuestro mal comportamiento. Fuimos guiados a trabajar cada paso, POR ESCRITO. Un acercamiento a medias no nos serviría de nada.

HICIMOS UNA LISTA.
Como cada elemento del programa de CoDA esta era una secuencia para que la pudiéramos seguir en forma lógica. En la primera mitad del paso ocho se nos pidió que pusiéramos en la lista a todas y cada una de las personas que habían sido lastimadas por nuestra ingobernabilidad personal. Nuestro nombre fue el primero y la razón era obvia. Nosotros habíamos sido los menos capaces de escapar de nuestra propia codependencia y por lo tanto en muchos casos, nosotros recibíamos las heridas más graves. Un cambio en el comportamiento hacia nosotros mismos debía ser lo primero en venir.
Si habíamos sufrido algún abuso físico, emocional, sexual, o espiritual en nuestra niñez, era especialmente importante para nosotros el hacer nuestra lista con diligencia y claridad. Necesitábamos ver cuidadosamente cada una de nuestras relaciones para descubrir si alguien más había sido hecho PAGAR EL PRECIO por lo que nos habían hecho a nosotros en nuestra infancia. Otra vez encontramos que nuestro nombre, aunque no siendo el único en la lista, aparecía primero. Aunque nada de lo que pudiéramos haber hecho de pequeños pudo ser la causa del abuso que recibimos, lo que era importante aquí, era el descubrir si nos habíamos lastimado a nosotros mismos o habíamos lastimado a otros como una manera de desahogar nuestra ira (rabia), pesar, o dolor por estas injusticias del pasado.

ESTUVIMOS DISPUESTOS A REPARAR LOS DAÑOS – A TODOS ELLOS.
Muchos de nosotros descubrimos que teníamos resistencia hacia este paso. Encontramos razones para dejar nombres fuera de la lista. Alguna infracción que pensamos que era demasiado chica para mencionarla. O una persona no suficientemente importante como para molestarnos por ella. O tal vez pusimos en la lista a alguien a quien no estábamos dispuestos a hacer reparaciones. Tal vez habíamos hecho algo por lo que nunca habíamos sido atrapados. ¿Para qué hacer olas? En algunos casos, la persona puede ser difícil de encontrar, en otros casos, estar muerta.
Finalmente, ninguna de estas razones funcionó. Si un nombre pertenecía a la lista, nosotros razonamos que encontraríamos la manera de estar dispuestos a hacer reparaciones. Y la disposición fue, de nuevo, nuestra llave.
El octavo paso no era el paso en el que enfrentaríamos a aquellos a quienes habíamos lastimado. El propósito del paso ocho era el de fijar nuestra atención en llegar a estar dispuestos a enfrentar a aquellos a los que habíamos atascado. Nos preguntamos qué acciones podíamos tomar para prepararnos para esta nueva tarea.
Encontramos útil el hacernos estas preguntas:¿Qué me podría motivar a hacer reparaciones a aquellos a los que he lastimado? ¿Sería para aclarar mi conciencia o para deshacerme de las viejas culpas? ¿O lo que quiero es reconocer mis malas acciones como un paso para modificar mi comportamiento pasado? ¿Soy capaz de separar lo que hice de lo que me hicieron a mi?
Basados en estas preguntas, muchos de nosotros expresamos dudas acerca de nuestra habilidad para estar verdaderamente dispuestos a hacer reparaciones. Algunos de nosotros necesitamos volver a los pasos seis y siete para descubrir que defecto de carácter teníamos guardado en reserva. Otros habíamos llegado a estar dispuestos como resultado de aceptar verdaderamente nuestras contribuciones a nuestras emproblemadas relaciones.
Este perdón a nosotros mismos sería instrumental en movernos hacia fuera de nuestra codependencia hacia una saludable y completa relación con Dios, con nosotros mismos y con los demás seres humanos.

En este momento, yo veo lo imposible hacerse, no solo posible, sino real. Como yo me perdono a mí mismo por mis errores, así yo soy capaz de perdonar a los demás, abriendo un camino para un cambio verdadero y duradero en mi carácter. Gracias a Dios.

martes, 24 de septiembre de 2013

SÉPTIMO PASO DE CODEPENDIENTES ANÓNIMOS. CODA.

SÉPTIMO PASO.
“HUMILDEMENTE LE PEDIMOS A DIOS QUE NOS LIBRASE DE NUESTROS DEFECTOS DE CARÁCTER”.

Como resultado de nuestro trabajo en el sexto paso, estábamos fortalecidos en nuestra resolución de buscar cambiar nuestras vidas. Vimos el daño que nuestros defectos habían causado. Aun así nuestros viejos patrones se pegaban a nosotros como goma, una vez más nos encontramos en una encrucijada y el camino se nos rebeló otra vez. El paso siete nos ofrece la llave para el uso apropiado de la voluntad. Pedir ayuda a nuestro Poder Superior.

HUMILDEMENTE LE PEDIMOS A DIOS.
Nuestra primera tarea fue descubrir el verdadero significado de la palabra humildad. Palabras como servicial, resignación y timidez no funcionaron para nosotros. Tampoco lo hizo la creencia de que humildad es un rasgo de debilidad que debe resistirse a toda costa.
Después de muchas consideraciones definimos HUMILDAD, como libertad del falso orgullo y la arrogancia.
La verdadera humildad nos permitió ver las cosas como realmente eran. No le enseñaríamos a nuestro Poder Superior a eliminar nuestros defectos. Tampoco se lo rogaríamos. En su lugar, gentil y pasivamente se lo pediríamos. A pesar de que solo un Poder Superior a nosotros mismos podría liberarnos de nuestros defectos, nuestra cooperación también fue necesaria.
Aprendimos que el significado del verdadero cambio para nosotros se llevaría a cabo, formando un equipo de trabajo con nuestro Poder Superior, recordando todo el tiempo, que el socio principal es Dios y no nosotros.

QUE NOS LIBRASE DE NUESTROS DEFECTOS.
Una vida sin defectos de carácter era imposible de manejar. Nos preguntábamos que pareceríamos sin ellos. Decidimos descubrirlo ¿pero cómo?, para nuestra respuesta nos apoyamos en miembros de CoDA que ya caminaron por este sendero. Se nos recomendó que diéramos este paso con nuestro padrino o con un amigo confiable de CoDA, alguien que haya trabajado este paso con algún éxito.
También se nos sugirió que empezáramos nuestra petición a Dios con una oración. La oración de la serenidad, funciona para algunos. Otros crearon su propia oración. Lo que hicimos fue entrar en contacto con el Dios de nuestro entendimiento y decirle en esencia: “AQUÍ ESTOY DIOS, CON MIS DEFECTOS Y TODO, Y ESTOY DISPUESTO A QUE ME LIBRES DE ELLOS COMO TU CREAS NECESARIO, GRACIAS”.
Cuando nos encontramos en las angustias de alguno de estos defectos de carácter, podemos en ese momento, pedirle a Dios que nos libere de él .
Algunos de nosotros descubrimos que seguíamos aferrados a un defecto en particular, temerosos de seguir adelante sin el, nos dirigimos nuevamente al sexto paso y una vez más pedimos a nuestro Poder Superior la dirección, para estar enteramente dispuestos a dejar que eliminase todos nuestros defectos.
Habiendo pedido a Dios que nos librase de nuestros defectos de carácter muchos de nosotros experimentamos su pérdida con tristeza. Nunca esperamos sentir pena o dolor por lo que habíamos llegado a creer que era deteriorante para nuestra felicidad.
Empezamos a ver que estos VIEJOS AMIGOS nos habían servido bien. Como a un salvavidas de la infancia que ya no nos queda y hacemos a un lado. Con la ayuda de Dios, estábamos aprendiendo a nadar.
En este momento le pido a mi Poder Superior, me libre de todos mis defectos, librándome de la CARGA de mi pasado.
En este momento pongo mi mano en la confianza de Dios, que el vacío que siento se ha llenado con el amor incondicional de mi Poder Superior hacia mí y los de mi alrededor.

Fortalecidos por la acción que tomamos en este paso, estuvimos listos para trabajar en el octavo paso.

lunes, 23 de septiembre de 2013

SEXTO PASO CODEPENDIENTES ANÓNIMOS. CODA

SEXTO PASO.
“ESTUVIMOS ENTERAMENTE DISPUESTOS A DEJAR QUE DIOS ELIMINASE NUESTROS DEFECTOS DE CARÁCTER”.

En los pasos cuatro y cinco identificamos y admitimos nuestros patrones de pensamiento, sentimiento y conducta. Vimos las maneras en que estos patrones afectan nuestras vidas y las de otros. El sexto paso es más que tomar una acción difícil o desafiar una creencia atesorada. El mensaje del sexto paso fue claro .

DISPONTE A CAMBIAR – ENTERAMENTE DISPUESTOS. En un principio el concepto “enteramente dispuestos” parecía
imposible de llevarse a cabo, muchos de nosotros creíamos que significaba que teníamos que dar este paso sin miedo, una vez más pusimos la carroza antes que el caballo, equivocadamente asumimos que podíamos liberar nuestros defectos de carácter en la medida en que estuviésemos dispuestos a que nos liberasen de ellos.
Se nos recordó que “enteramente dispuestos” significa completamente preparados. El haber terminado el quinto paso representa gran parte de esa preparación. Examinamos más de cerca esta frase y nos dimos cuenta de que podemos palparla en nuestro diario vivir. Por ejemplo, si estamos en un restaurante y el mesero no nos tomó la orden con la rapidez que a nosotros nos pareciera que debiera de ser, tenemos algunas opciones:
podemos actuar como antes, para algunos de nosotros esto puede ser actuar irritados, o quizás quedarnos callados; para otros la reacción puede ser de resignación, ya que dudamos para hablar a nuestro favor. Lo que descubrimos en el sexto paso fue una nueva opción. Nos enfrentamos con un defecto de carácter, en este caso la impotencia, y nos preguntamos a nosotros mismos si estamos enteramente dispuestos a que se nos eliminase, la elección fue nuestra .
Si nuestra respuesta fue NO debimos medir las consecuencias de este nuestro defecto, no solo en otros, sino en nosotros mismos ¿Estamos dispuestos a seguir pagando por este tipo de actividades? Comenzamos a entender que una actitud o comportamiento procedente de un defecto de carácter nunca nos lleva a la PAZ de pensamiento que estamos buscando.
Sin importar lo que esas VOCES EN NUESTRA CABEZA digan.
Pero ¿qué hay de los defectos que creemos que necesitamos para sobrevivir? Falso orgullo, arrogancia, autosuficiencia, son generalmente los subtitulo para una baja autoestima. El resentimiento parecía acolchonar nuestros límites contra la invasión. El miedo nos tenía a muchos en alerta por aquellos que quisieran lastimarnos ¿cómo podríamos algún día estar enteramente dispuestos a que estos defectos se eliminasen?
La respuesta vino a nosotros que todos nuestros defectos de carácter eran, de alguna manera, productos de nuestra propia voluntad. Existían herramientas de supervivencia en nuestro pasado y a pesar de que parecían ser para nuestro bienestar, ya no eran suficientes. Queríamos vivir y no solamente sobrevivir y para ello necesitábamos un programa limpio

– DEJAR A DIOS QUE ELIMINASE TODOS NUESTROS DEFECTOS DE CARÁCTER.

Como en el caso anterior, en el sexto paso se sugiere que pongamos nuestra voluntad a un lado y dejemos a Dios el trabajo.
A través de nuestras vidas, la mayoría de nosotros hemos sobrellevado la adversidad en nuestros términos (a nuestro modo).
Apoyándonos en nuestros defectos para atravesar situaciones dolorosas y a menudo complejas, muchos de nosotros hemos usado a nuestro Poder Superior, dirigiendo este poder para hacer nuestro mandato: “Querido Dios, haz que ella me ame”. “Oh, Dios mío, no dejes que él me abandone”, “Señor, hazlos que me den este trabajo ahorita mismo”.
Decíamos estas oraciones tan honestamente como podíamos. El problema era nuestro acercamiento, erróneamente, cuando nos veíamos a nosotros mismos estropeados, nuestra arrogancia nos hacía pensar que nosotros solo teníamos la respuesta a los problemas de todos los demás, incluyendo los nuestros, fue este razonamiento distorsionado lo que nos dejó en tal estado de ingobernabilidad. En el sexto paso se nos ofreció una solución

– PONER NUESTRA RECUPERACIÓN EN MANOS DE DIOS – otra vez.

Pero ¿qué hay de lo que dice que dejamos TODOS nuestros defectos a Dios? ¿Porqué no estar enteramente dispuestos a que Dios eliminase ALGUNOS de nuestros defectos? Se nos sugirió que viéramos esos defectos como una concha protectora, con la que hemos crecido, aferrarnos a ello sería como 
autodestruirnos, como un pájaro quedándose con un pedazo de su cascarón, o una mariposa colgándole un pedazo de su capullo. A este punto de nuestra recuperación, nuestros defectos de carácter no nos protegen para nada, eran un exceso de equipaje que nos hundía a menudo, limitándonos hasta nuestro potencial .

En este momento estoy enteramente dispuesto a liberarme de mis defectos, en este momento estoy enteramente dispuesto a someter mis defectos de carácter a Dios, sabiendo lo grande que es el poder del deseo de sanar. Cada nuevo paso tomado en mi recuperación, sin importar lo pequeño que parezca, es una afirmación de mi totalidad.

Habiendo estado dispuesto a que Dios eliminase nuestros defectos, estuvimos deseosos de pedir.

I AM IN RECOVERY. 12 STEP

Un método para dejar la adicción que ha demostrado su eficacia en todos los países del mundo y con los mas diversos tipos de adicciones, ...