27 de
diciembre
Sé que estás
cansado. Sé que te sientes agobiado. Quizá sientas que esta crisis, este
problema, esta época difícil durará para siempre.
No será así.
Estás casi del otro lado.
No sólo piensas
que ha sido duro; ha sido duro. Se te ha probado, se te ha examinado y se te ha
vuelto a probar acerca de lo que has aprendido.
Tus
creencias y tu fe han sido probadas con fuego. Has creído, luego has dudado,
luego has trabajado por creer algo más. Has tenido que tener fe aunque no
pudieras ver o imaginar aquello en lo que se te ha pedido creer. Quizá algunos
de los que te rodean hayan tratado de convencerte de no creer en lo que tú
esperabas poder creer.
Has tenido
oposición. No has llegado hasta este sitio con un apoyo total y con alegría.
Has tenido que trabajar duro, a pesar de lo que estaba sucediendo a tu
alrededor. A veces, lo que te motivaba era la ira; a veces, el miedo.
Las cosas
salieron mal, más problemas de los que anticipaste. Te topaste con obstáculos,
frustraciones y molestias en el camino. Tú no planeaste que esto fuera de la
manera como se desenvolvió. Gran parte de esto ha sido una sorpresa; algo de
ello no ha sido para nada lo que tú deseabas.
Sí ha sido
bueno. Una parte de ti, la parte más profunda que sabe la verdad, lo ha
presentido todo el tiempo, aunque tu cabeza te dijera que las cosas eran una
locura, que no había un plan ni un propósito, que Dios se había olvidado de ti.
Han pasado
tantas cosas, y cada incidente –el más doloroso, el más perturbador, el más
sorprendente-tiene una relación. Estás empezando a verlo y a sentirlo así.
Nunca
soñaste que las cosas sucederían de esta manera, ¿no es así? Pero así
ocurrieron. Ahora estás aprendiendo el secreto, tenía que ocurrir de esta manera,
y esta manera es buena, mejor de lo que tú esperabas.
Tampoco
creíste que esto se tardaría tanto, ¿no es cierto? Pero se tardo. Has aprendido
la paciencia.
Nunca
pensaste que podrías tenerlo, pero ahora, sabrás que lo tienes.
Se te ha
conducido. Fueron muchos los momentos en que pensaste que que habías sido
olvidado, cuando estabas convencido de haber sido abandonado. Ahora sabes que
se te estaba guiando.
Ahora las
cosas se están acomodando en su lugar. Estas casi al final de esta fase, de
esta parte difícil de la jornada. La lección es casi completa. Tu sabes, la
lección contra la que luchaste, te resististe, e insististe que no podrías
aprender. Si esa. Ya casi la has dominado.
Se te ha
cambiado desde dentro hacia afuera. Se te ha llevado a un nivel diferente, a un
nivel superior, a un nivel mejor.
Has estado
escalando una montaña. No ha sido fácil, pero escalar montañas nunca es fácil.
Ahora estás cerca de la cumbre. Un momento más y la victoria será tuya.
Afloja los
hombros. Respira profundo. Sigue adelante con confianza y en paz. Está llegando
el momento de que paladees y disfrutes todo aquello por lo que has luchado. Se
está acercando ese momento, por fin.
Ya sé que
has pensado antes que se estaba acercando el momento, sólo para darte cuenta de
que no era así. Pero ahora está llegando la recompensa. Tú lo sabes, también.
Puedes sentirlo.
Tu lucha no
ha sido en vano. Por cada esfuerzo en este viaje, hay un clímax, una
resolución.
La paz, la
alegría, abundantes bendiciones y una recompensa son tuyos aquí en la Tierra.
Disfrútalas.
Habrá más
montañas, pero ahora ya sabes cómo escalarlas. Y has aprendido el secreto de
qué hay en la cumbre.
“Hoy
aceptaré el lugar donde estoy y continuaré yendo hacia adelante. Si estoy en
medio de una experiencia de aprendizaje, me permitiré continuar con la fe de
que vendrá el día de la maestría y de la recompensa. Ayúdame, Dios mío, a
entender que a pesar de mis mejores esfuerzos para vivir en apacible serenidad,
hay épocas en que hay que escalar montañas. Ayúdame a dejar de crear caos y
crisis y ayúdame a enfrentar los retos que me harán seguir arriba y adelante”.